Editorial: Bruguera
Año: 1950
Ejemplares: 8
Dibujos: Ángel Pardo y Luis Gago
Guión:
Tamaño: 17 x 24 cm.
Páginas: 10 + cubiertas
Precio: 1,25 ptas.
Ejemplares: 8
Dibujos: Ángel Pardo y Luis Gago
Guión:
Tamaño: 17 x 24 cm.
Páginas: 10 + cubiertas
Precio: 1,25 ptas.
De
nuevo Luís Gago en una colección de Bruguera, después de anteriores y sonados fracasos
como fueron Ricardo Manteca y Jorgito Apuros
(1947) y El Pirata Negro (1948).
Aunque aquí Bruguera, que ya estaba avisada de antemano de la escasa habilidad
del dibujante, trató de maquillar la cosa encargando a Ángel Pardo las
portadas, que eran en definitiva las que daban lustre a la colección a primera vista, las
principales responsables de la compra por impulso. Pero ni por esas. Ni tampoco
por las otras, por el guión, quiero decir, que fue previsible y poco afortunado.
De esta
colección siempre se ha dicho que fue editada en 1948, pero no es así, el año
concreto de su aparición fue 1950, como testifica algún anuncio aparecido en Super-Pulgarcito. Lo que si es más que
probable es que fuese dibujada con anterioridad, entre 1947 y 1948, y que la
editorial no se atreviera a lanzarla en ese momento visto el fracaso de las dos
cabeceras anteriormente mencionadas. Es poco factible que la colaboración entre
editora y dibujante se extendiera tanto tiempo, casi tres años, si tomamos como
fecha de realización la del año 1950, por mucho que el autor perteneciera a la
estirpe de los Gago, lo que hace suponer que la colección durmiera una par de
años en un cajón antes de que Bruguera se decidiera lanzarla con la esperanza
de que las portadas de Ángel Pardo obraran el milagro. No fue así, como
decimos, quizá porque el excelente dibujante que venía siendo Pardo en las
páginas de Pulgarcito con sus creaciones de épica medieval y aventurera,
incluso con la colección de cuadernos El
Caballero de las Tres Cruces (1947), aquí parecía haberse desdibujado,
mimetizado quizás por el dibujo interior de Luís Gago.
Entre
1940 y 1950 el cuadernillo español había sufrido una plaga de justicieros más
que considerable; muchos de ellos bajo rostro oculto. Sin embargo, ninguna de
estas cabeceras había hecho honor a tan noble cometido en su enunciado hasta la
llegada de El Justiciero Fantasma, un nuevo héroe que en su primera aparición viaja
de liana en liana por la jungla del Indostán, como si fuera Tarzan, precedido
del siguiente texto: “Hasta el Justiciero Fantasma llegó el sonido del
Tan Tan. Nadie le conocía ni sabía quien era. ¿Porqué vivía en la jungla?
¿Quines eran sus padres? ¿Por qué cubría el rostro con un antifaz? ¿Por qué
siendo europeo vestía a la usanza India? Tan sólo sabían los débiles que tenía
una fuerza hercúlea como el toro y agilidad de felino, como la pantera”. Ya ven, nada nuevo bajo el paraguas del
quiosco.
Anuncio aparecido en el núm. 13 de la revista Super Pulgarcito (1950)
La
colección utilizó una artimaña comercial ciertamente curiosa, desconocida hasta
la fecha, consistente en incluir la primera página del cuaderno siguiente en la
mayor parte de los dorsos. Visto lo visto, no parece que diera mucho resultado.
Cosa lógica por otra parte: al fin y al cabo solo servía para extender en una
página más cada cuaderno, si mayor esmero por hacer coincidir un punto
culminante de la trama con la viñeta final. Aunque hay que reconocer que la
acción apenas daba tregua al lector.
Los
cuadernos de El Justiciero Fantasma
fueron anunciados como conclusivos –una aventura completa en cada entrega--,
como pueden ver en la publicidad aparecida en Super-Pulgarcito. Pero no fue así en ninguno de ellos, quedando la
trama y la colección interrumpida cuando transcurría el ejemplar Nº. 8.
Cuaderno núm. 8, último de la serie
Primera página del cuaderno núm. 1