Editorial: Grafidea
Ejemplares: 16
Dibujos: Julio Bosh
Guión: Amorós
Tamaño: 12 x 17 cm.
Páginas: 18 + cubiertas
Precio: 1 pta.
Dibujos: Julio Bosh
Guión: Amorós
Tamaño: 12 x 17 cm.
Páginas: 18 + cubiertas
Precio: 1 pta.
1880,
California. El protagonista se muestra en la primera viñeta acompañado del
siguiente texto: “Habla El Hombre de América. Muchos han dudado
de la existencia del Hombre de América. Lo creo. Su personalidad apareció
velada bajo la multitud de disfraces que adoptó en su trabajo. Sin embargo
existe una amplia documentación que se guarda en el archivo de la biblioteca y
que habla de una forma elocuente de las actividades de nuestro hombre. Digo
esto porque lo sé y hay una razón que me impulsa a saberlo… ¡El Hombre de América soy yo!
Leyendo
la introducción uno tiene la sensación de que El Hombre de América no fue ni mucho menos el mejor guión salido de
la pluma de Federico Amorós, por otra parte uno de los grandes nombres del
tebeo clásico autóctono. Y leyendo un poco más, la sensación se convierte en
convicción. Un relato insulso de estructura simple –ya saben: justiciero de procedencia
injustificada en lucha con una banda de forajidos de la peor calaña--. A ello
contribuyó también la falta de personalidad de un dibujo incapaz de diferenciar
los rasgos de los personajes, salvo los relativos al sexo. Era el primer
encuentro con la viñeta de un tierno Julio Bosh, autor que más tarde sería
habitual en editoriales como Ricart o Ferma con series como Ases del Deporte, Winchester Jim, Aventuras
Submarinas, etc.
La
colección fue fruto de la frenética colaboración establecida entre Federico
Amorós y Editorial Grafidea, después del éxito alcanzado con El Jinete Fantasma, personaje éste último
que había sido rechazado previamente por Editorial Valenciana argumentando que
ya tenía suficiente con un enmascarado --refiriéndose a El Guerrero del Antifaz--, para desencanto del también valenciano
Amorós, quien tuvo que poner sus miras en Barcelona. Pero esa es otra historia.
Prueba ozálica del cuaderno núm. 1
El
éxito del Jinete Fantasma facilitó
las cosas al joven guionista, que desde ese momento paseó su firma por la mayor
parte de las colecciones de Grafidea que vinieron a continuación: La Mano que aprieta (1948), La Máscara de los Dientes Blancos (1948),
El Capitán Sol (1948), Mascarita (1949)… y la presente, El Hombre de América, título sin duda
llamativo por todo lo que representaba el made
in usa en nuestro país. Y también obvio, incluso ridículo, teniendo en
cuenta el escenario de la acción, que era el Oeste americano. ¿De donde si no
eran todas las gentes del entorno en el que se movía el personaje? Quizá la
sombra de El Capitán América
sobrevolaba ya por el tebeo autóctono. Curioso también el nombre de algunas de
las féminas secundarias: Gilda y Rio Rita. Influencias del cine, sin duda.
La serie,
presentada en un formato poco habitual (12 x 17 cm., anteriormente extendido
por Hispano Americana), tuvo un recorrido de dieciséis cuadernos a razón de 18
páginas cada uno de ellos.
Cuaderno núm. 15
Primera página de la colección, en la que se observa
la candidez del trazo de un primerizo Julio Bosh