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miércoles, 3 de junio de 2015

JORGE BAZÁN Y EL PEQUEÑO ALÍ (Realce, 1948)







Editorial: Realce
Año: 1948
Ejemplares:  6?

Dibujos:  Guijarro
Guión: J. G. Niera
Tamaño:  17 x 24 cm. 
Páginas:  10 + Cubiertas
Precio:  1 pta.



Colección fruto de una aventura empresarial fallida de la editora valenciana Realce. El paso de esta editorial por el mercado del tebeo fue un auténtico fracaso, aunque hoy los locos del tebeo veamos en estas rarezas un valor antropológico incuestionable. Realce tuvo un recorrido corto, tan sólo unos meses de vida y dos producciones: la que hoy tratamos aquí y la titulada Tenny Bull.

La mayor parte de las creaciones del sector en los años 40 correspondieron a iniciativas de primerizos autores, gente joven y entusiasta en busca de una profesión supuestamente vocacional que normalmente encontraba cobijo en editoriales con mínimos recursos. Proyectos editoriales que iniciaban su andadura sin mayor estructura ni experiencia en el medio. Ni tampoco criterio, como quedó demostrado con la estrafalaria Tenny Bull –con un principiante Vicente Ramos--, cabecera sobre la que recayó el honor de inaugurar esta editora levantina.

Realce fue una de esas editoriales nacidas como consecuencia del brillante recorrido que disfrutaba Valenciana por esos años, con títulos como Roberto Alcázar y Pedrín, entre otras. Y Jorge Bazán un intento más de seguir la huella exitosa de la mencionada pareja. De ahí que a este aventurero en tierras árabes, le acompañara un muchachito llamado Alí. El binomio hombre-niño aparecía a priori como una fórmula de ciertas garantías. Y de hecho fueron varias las colecciones del tebeo autóctono que consiguieron salir airosas con tales hechuras. Pero no en esta ocasión, a pesar del salto cualitativo del dibujo respecto a la anterior colección de Realce comentada anteriormente.

Domingo Guijarro, su dibujante, había demostrado en la editora Lerso una indiscutible personalidad con la colección Chasles Tonn, un Agente Secreto en clave humorística que se apartaba de todo lo conocido hasta la fecha: un trazo diferenciador, jocoso y estrafalario hasta la parodia extrema.

Guijarro abordó Jorge Bazán sin ninguna experiencia anterior en el dibujo realista. Y lo cierto es que no se le dio del todo mal, al menos en cuanto a contorno y dinámica de los personajes. Pero no así en los detalles, poco aseados con y notables carencias estéticas.  

Los datos que manejamos indican que la colección desapareció con el cuaderno núm. 6, de manera que no parece que se puedan atribuir muchos valores a la cabecera, como no sea el de haber podido inspirar tres  años más tarde a la famosa Jeque Blanco (Rollán, 1951) --ver entrada en este mismo blog--.

Era la segunda vez que el apellido Bazán era incluido en una cabecera. El primero correspondió a Jaime Bazán (Marco, 1941)



Portada y pagina interior del cuaderno Nº 2