Buscar este blog

sábado, 8 de diciembre de 2012

GENOVEVA DE BRABANTE (Marco, c. 1945)





Editorial: Marco
Año: 1947
Ejemplares:  1?
Dibujos:  Boix
Guión:  Basado en leyenda
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  16 + cubiertas 
Precio:  1,50 pts.





Durante muchos años Emilio Boix fue el gran bastión de Marco, el autor todoterreno donde se sustentaron gran parte de los éxitos de esta histórica editorial. Todo lo hacia bien: humor, hadas, aventura… Fue el comodín de la casa, un autor polivalente como pocos en la historia del tebeo autóctono.
Y Marco era una editorial que parecía estar hecha a su medida. O quizás fue al revés. No es fácil delimitar quién formó a quién. El caso es que constituyeron una pareja perfecta hasta bien entrados los años cincuenta. Una unión como ninguna otra, salvo la que, forzosamente, estableció Gago con Valenciana.
Genoveva de Brabante fue una de esas colaboraciones atípicas, pues no se enmarcaba dentro del espacio habitual de autor, que era el humor, como todos saben (para quien no lo sepa, ahí van tres referencias: Hipo, Monito y Fifi; Cartapacio y Seguidilla y Pirulo y Tontolote). Tampoco era un cuento de hadas o una narración romántica. Ni siquiera una aventura como las que Boix había aportado a principios de los años cuarenta en el despertar de Marco al cuadernillo. Cierta truculencia sí poseía, como pueden observar en la portada. Pero poco tuvo que ver con una colección típicamente aventurera, como había sido por ejemplo El Capitán Enigma uno o dos años antes. Aunque bien mirado, el enmascarado espada en mano de la portada tampoco difería mucho de la iconografía portadista de la esta última colección.
Genoveva de Brabante estuvo basada en la célebre leyenda medieval. Quizás Marco pretendía con ello inaugurar una nueva serie situada en la fábula universal, en asuntos de historia y leyenda. O quizás fue sólo un monográfico, sin mayor objetivo continuista.
La falta de una cabecera fija, de un nombre genérico, invita a pensar más en lo segundo. Tal vez la editorial trataba de aprovechar el reciente estreno en nuestro país de la película del mismo título: una producción italiana de 1947, dirigida por Primo Zeglio, que narraba las desventuras de Genoveva, esposa del Conde Sigfrido, acusada de adulterio y obligada a vivir en una cueva con su hijo recién nacido.
El tebeo contaba la historia con máximo realismo y detalle, en un ejercicio gráfico de Boix de gran esmero. Pero lo del adulterio se quedó en una deslealtad marital a secas; las cosas en el tebeo no estaban para muchos amancebamientos.  


Cuaderno núm. 1


Página interior

domingo, 2 de diciembre de 2012

FREDY (Ibero Americanas, 1948)

Editorial: Ibero Americanas
Año: 1948
Ejemplares:  2
Dibujos:  F. White (Federico Blanco)
Guión: 
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1,25 pts.




Fredy formó parte del catálogo de colecciones de la editorial Ibero Americanas abortadas prematuramente, que fueron la mayoría para desencanto de una editorial que mereció mejor suerte. En este caso la cabecera sólo pudo avanzar hasta la segunda entrega, a pesar del “Gran éxito” anunciado por la editora en el dorso de su segundo cuaderno.

Claro que también presentó a Fredy como “Un pequeño Bufalo Bill”. Y quizás tenía razón en cuanto a lo de pequeño. Pero lo de equipararlo con William Frederick Cody, como que no era muy creíble, como pueden observar en la portada abajo reproducida. La estampa de Fredy se podía catalogar de casi todo, grumete, leñador, campesino, incluso calzonazos –en el sentido visual--, al menos por la estampa mostrada en las dos portadas de la colección. En todo caso Fredy no ofrecía un aspecto muy aspiracional que digamos, más bien todo lo contrario. Quizás por eso, editorial y autor, suponemos, decidieron dar un giro a la imagen del jovenzuelo en el segundo cuaderno. De una viñeta a otra Fredy perdió sus ridículos bombachos, y empezó a mostrar  una vestimenta más acorde con el valeroso joven que parecía ser.
Este comentario no implica crítica alguna hacia su responsable gráfico, al menos en cuanto al valor cualitativo del mismo. F. B. White (Federico Blanco) se mostró aquí como un excelente dibujante, con una realización delicada, limpia, garbosa y rítmica. Quizás algo mermada en cuanto a fuerza visual, debido al tratamiento excesivamente  generalista de los planos. Pero preciosista, sin duda. Lástima de las portadas, que no estuvieron a la altura. 
Federico Blanco firmó sus colaboraciones bajo distintos seudónimos, Blanco, Rebeca, F. B. White, etc. Sus primeros cuadernos pudieron verse en series como Diamante Negro, Selección Aventurera e Infantil de las Grandes Aventuras. Por ese tiempo también se hizo cargo, esta vez en solitario, de la colección de Editorial Losada, Thomas King (1945). Luego vendría la presente colaboración con Ibero Americanas y muy poquito más.  Pero sin duda fue un esmerado y primoroso autor. 

Cuaderno núm. 2


 Página interior cuaderno núm. 2