Editorial: Grafidea
Año: 1948
Ejemplares: 12
Dibujos: Martínez Osete
Guión: Federico Amorós
Tamaño: 16 x 22 cm.
Páginas: 10 + Cubiertas
Precio: 1 pta.
Dibujos: Martínez Osete
Guión: Federico Amorós
Tamaño: 16 x 22 cm.
Páginas: 10 + Cubiertas
Precio: 1 pta.
El terror amarillo era ya algo recurrente en Grafidea cuando ésta decidió poner en circulación la presente cabecera. La Mano que Aprieta era –si los datos que manejamos no fallan— la cuarta colección de la editorial basada en esa atmósfera de misteriosos chinos de loco y perverso proceder. Todas ellas aparecidas en un periodo de cuatro o cinco años: Navarro y Cristina (1944), La Daga Roja (1947), El Capitán Sol (1948) y la que aquí abordamos. Ninguna de las tres primeras había logrado sobrevivir más allá de diez entregas, lo que hace aún más extraño la insistencia de la editora en esta vía argumental.
El cine de jornadas había
encumbrado a Fu Manchú como el gran malvado. Otro personaje popular del cine y
la novela era el detective norteamericano de origen oriental Charlie Chang. El
poder amarillo estaba por ese tiempo más presente que nunca en los medios de
entretenimiento y Grafidea intento experimentar de nuevo con él. Pero esta vez
proponiendo un giro nominativo a todas luces impensable: en lugar de titular la
colección con el nombre del justiciero protagonista, se decantó por el
antagonista, al que bautizó como La Mano
que Aprieta. Un guiño claro al cine de jornadas sin mayor justificación que
aprovechar la notoriedad de título tan sugerente –la cinta también fue titulada
Los Misterios de Nueva York, 1936). Bien
es verdad que la colección pudo haber sido bautizada con cualquier otro
apelativo, porque los apretones de mano del malvado fueron nulos, salvo un
intento del estrangulamiento a su propia hija. Lo que si tuvo en las manos fue un
arma poderosísima, que irradiaba rayos paralizadores a su voluntad.
La Mano que Aprieta era en
realidad Wu-Chang: “la figura más temible de los
tiempos modernos que con su odio, su poder y su magia negra llegó a estremecer
al mundo.”, según expresaba la introducción del primer
cuaderno. Un personaje malo a rabiar que detestaba a la humanidad con ardor
enfermizo.
Frente a
él y su banda, entre las que destacaban doce reinas –en los cuadernos
consultados sólo hemos podido constatar una de ellas, la reina de la maldad-- estaba
el protagonista principal: un comisario de policía llamado Nick Conway y su
ayudante Miko, un divertido gordinflón que se deshacía de los malhechores a
barrigazos.
Era el
tercer o cuarto trabajo realista de Martínez Osete, quien aún andaba dándole
vueltas a su cuajo creador, aunque haya que reconocer que a esas alturas su
trabajo tenía mucho de entrañable. Federico Amorós, que por entonces venía
colaborando con Grafidea desde que ésta le confiara el guión de El Jinete
Fantasma un año atrás, fue el responsable de la historia, con un punto de humor
–especialmente en el barrigudo Miko-- y un mucho de fantasía desordenada.
Otra joyita de Martínez Osete. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Jesús, un abrazo!!
ResponderEliminarMe alegro mucho que hyas retomado el blog. Saludos.
ResponderEliminarMe alegra mucho que hayas retomado el blog. Saludos.
EliminarGracias, Corsario, esto va por etapas, dependiendo del tiempo libro y las ganas. Pero, vaya, creo que en adelante voy a intentar ser un poco más constante. Saludos!
EliminarHACÍA TIEMPO QUE NO PASABA POR AQUÍ... Y HACÍA MAL!! ¡QUÉ GRATA SORPRESA, PACO! Y CON ESTA, DE LAS POCAS QUE ME FALTAN DE OSETE, A QUIEN TANTA SIMPATÍA PROFESO...
ResponderEliminarUn placer, Pedro, contar con tu visita al blog de tanto en tanto. Y más aún, recibir alguno de tus sabios comentarios. Martínez fue sin duda uno de los grandes, aunque pocos son los críticos que quieren reconocerlo. Qué sería de las historia de nuestros tebeos sin El Puma, Red Dixon, Lucha de razas o Castor el Invencible, por poner algunos ejemplos.
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