Buscar este blog

miércoles, 31 de octubre de 2012

EL ENCAPUCHADO (Cliper, 1950)




Editorial: Cliper
Año: 1950
Ejemplares:  27
Dibujos:  Jesús y Adriano Blasco
Guión:  López Hipkiss
Tamaño:  15 x 21 cm.
Páginas:  8 + portada 
Precio:  1,25 ptas.




Serial de veintisiete cuadernos editado por Cliper en 1950 y protagonizado por un justiciero de rostro encubierto que camuflaba su verdadera personalidad.
El origen de este liberal de la justicia se remontaba varios años atrás. Concretamente a 1946. Con anterioridad su creador, Guillermo López Hipkiss, bajo seudónimo de Jonh Swindon, lo había esbozado en una entrega de la Colección Misterio (Cliper, 1943). Aunque este primer Encapuchado no fue precisamente un dechado de justicia, sino un malhechor en toda regla.
El auténtico, el que nos interesa tratar aquí, es el que dio nombre a la colección de novelas de Cliper en 1946. Sesenta y dos entregas, más una edición en formato bolsillo, que hizo de este personaje uno de los más emblemáticos de la cultura popular autóctona.
El asturiano López Hipkiss diseñó un personaje, vecino de Baltimore (USA) y millonario, que vivía la vida plácidamente sin mayor turbación que la de su propio aburrimiento. Hasta que un día es rescatado por una misteriosa dama enmascarada de las garras de un par de delincuentes cargados de malas intenciones. Desde ese momento tratará de imitar la buena acción de la que sido objeto. Pero eso sí, sin que nadie pueda identificarle. Nacía así El Encapuchado, para desdicha de maleantes y dicha de la legión de seguidores que vendrían a continuación.
Dibujo original de la portada núm. 10 de la colección  
de novelas editada por Cliper en 1946. 
Creación de Moreno

Cliper arropó las portadas de las novelas con el arte de ilustradores como Francisco Batet, Tomás Porto y Moreno. Y el resultado fue excelente, plástico y bello. En el interior también contó con alguno de los grandes del tebeo, como fue el caso de Francisco Darnís, autor de muchas de las ilustraciones pluma como la que figura debajo de estas líneas.
Dibujo original de Darnís perteneciente al interior 
de una de las novelas

El éxito del personaje propició que la editora lo extendiera al terreno de la viñeta, pasando a formar parte del contenido habitual de la revista El Coyote durante veintisiete cuadernos, a razón de dos páginas por cuaderno. La primera entrega se produjo en el número 6; la última en el 33. Jesús y Adriano Blasco fueron los encargados de plasmar en viñetas los nuevos guiones, elaborados supuestamente por Hipkiss para la ocasión; una paternidad compartida, según nos ha referido el experto en estos asuntos J. M. Delhom, que tuvo a Adriano en el lápiz y a Jesús en el acabado a tinta. De manera brillante, los dos hermanos abordaron la puesta en escena con un estilo elegante, de gran personalidad, con encuadres y perspectivas de enorme expresividad, y con una atmósfera tan cargada de claroscuros como necesaria en un tebeo del género negro como es El Encapuchado.
Una vez concluida la andadura del personaje en la revista, Cliper decidió reunir todo el material en una colección de cuadernos para deleite de unos y otros: los que ya le conocían y los que aún no habían tenido ocasión de hacerlo. Veintisiete cuadernos en los que Jesús Blasco, y no Adriano como indica la firma que aparece en portada, hizo de gala de exquisita plasticidad. Esplendorosas todas ellas. 

 Portada del cuaderno núm. 9



Página interior del cuaderno núm. 19

viernes, 26 de octubre de 2012

FIGURAS ESTELARES DE LA HUMANIDAD (Berenguer, 1943)


Editorial: Berenguer
Año: 1943
Ejemplares:  2?
Dibujos:  A. Femenia
Guión:  (leyenda)
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  16 + portada 
Precio:  1,50 ptas.






Colección aparecida en 1943 bajo el sello editorial de la barcelonesa Berenguer, con las debidas licencias eclesiásticas, según rezaba en el interior de la contraportada del primer cuaderno.
La declaración de intenciones de la editora decía así: "En esta colección que presenta Editorial Berenguer al público infantil, irán apareciendo sucesivamente historietas de grandes hombres que han vivido para dar gloria a España y grandes Santos que trabajaron para la paz y la unidad". Y finalizaba con un ruego al lector: Procura imitarles. Como si dar gloria a España o convertirse en Santo estuviese al alcance de cualquiera.
Lo cierto es que la publicidad hablaba de grandes hombres. Sin embargo el primer cuaderno fue dedicado a una niña llamada Eulalia que ha pasado a la historia, según la leyenda, como La heroína de Barcelona. Un relato que se remonta a finales de siglo III, cuando el emperador Dioclesiano perseguía con saña a los cristianos. La fe de Eulalia, que vivía en las afueras de Barcino, en Sarriá, concretamente, le costó la muerte. Padeció trece martirios, tantos como años tenía. Los supuestos restos de la mártir están hoy enterrados en la catedral de Barcelona. Santa Eulalia comparte el pratonazgo de la ciudad con la Virgen de la Merced.
En el cuaderno de Berenguer los martirios no llegan a trece, ni son tan truculentos como cuenta la leyenda, pero lo suficientemente espeluznantes como para no dejar el tebeo en manos de un niño.  En fin, quizás por eso, o quizás por que ya existían suficientes santos y héroes patrios, la cosa no dio para mucho más, finalizando la serie en el segundo cuaderno, que fue dedicado a Leandro, el forjador de la unidad nacional, el hombre que consiguió convertir al catolicismo a las tribus visigodas y que acabaría siendo santificado.
Berenguer anunció un tercer cuaderno, extraordinario, pero del que no hay certeza de su aparición. También invitó al lector a colorear los cuadernos de la colección con la promesa de un bonito premio. Las bases del concurso iban a ser publicadas en el tercer volumen.
Los dibujos fueron obra de Femenia, personalísimo y aseado dibujante del que hoy apenas se tienen datos biográficos. Algunos de sus mejores trabajos tuvieron lugar en Cuadernos Selectos, la extraordinaria colección de cuentos del sello Ameller.
Figuras Estelares de la Humanidad constituyó el estreno de la editora en el campo del tebeo, aunque en lo sucesivo no se prodigara mucho. Asimismo probó suerte con la novela: Colección Rumbo, Enigma, Brújula, etc., fueron algunas de las series publicadas.




Cuaderno núm. 1 


Página interior cuaderno núm. 1

sábado, 20 de octubre de 2012

EL DUENDE (De Haro, 1950)



Editorial: De Haro
Año: 1950
Ejemplares:  1
Dibujos:  Antonio Parras
Guión:  De Haro
Tamaño:  24 x 17 cm.
Páginas:  17 + cubiertas 
Precio:  2,50 ptas.




La primera aparición de este misterioso personaje, creación del excelente autor gráfico que fue Antonio Parras, tuvo lugar en la revista El Globo (Hércules, 1948), una publicación modélica, cargada de aventura de la buena y en la que se dieron cita un ramillete de creaciones de gran singularidad. Entre ellas, este doblemente disfrazado justiciero, que no sólo utilizaba el antifaz para camuflar su rostro, también una especie de túnica con capucha.
Al igual que sucediera con algún otro personaje (véase La Dama del Antifaz) de esta impagable saga editorial, impulsada en origen por los dibujantes y cuñados Joaquín De Haro y Luís Poch y que extendería su actividad bajo los sellos Harpo, Hércules y De Haro, esta creación de Parras tuvo su propia cabecera en el presente ejemplar, que por otra parte fue único. Dieciséis páginas que fueron divididas en dos capítulos bajo el título de Contra la banda del Escorpión.
No hemos podido comprobar con exactitud cuántas de estas páginas correspondieron a lo publicado anteriormente en El Globo, pero dada la corta vida de la revista (diez ejemplares), así como la apenas testimonial inclusión del personaje en uno o dos números, nos llevan a pensar que la mayor parte de ellas vieron la luz en este cuaderno por vez primera. Pero sólo es una estimación y por tanto abierta a mejor opinión.

Es más que probable que la totalidad de las páginas del personaje publicadas en el presente monográfico estuviesen ya realizadas con anterioridad a su fugaz aparición en El Globo, eso explicaría la diferencia de trato aplicada en la composición de las viñetas de una y otra edición, como pueden observar en las imágenes insertadas. 



Fragmentos de páginas publicadas en El Globo y en el presente cuaderno 
monográfico, respectivamente, en las que se observa la diferencia de trato 
dada a las viñetas en una y otra publicación.




 Portada del único ejemplar editado



Primera página interior

martes, 16 de octubre de 2012

EL PRÍNCIPE DANI (Marco, 1950)










Editorial: Marco
Año: 1950
Ejemplares:  28
Dibujos:  Martínez
Guión:  J. B. Artés
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + portada 
Precio:  1 pta.



Martínez Osete fue para Marco algo sí como Manuel Gago para Valenciana, un armario sin fondo donde depositar tantos encargos como fueran necesarios. El Príncipe Dani fue el primero de los muchos trabajos que a continuación llegarían, entre los cabe destacar cabeceras como Castor el invencible (1951), El Puma (1952), El Caballero del Rey (1954), Lucha de Razas (1952), Red Dixon (1954)..., aunque con anterioridad había colaborado con esta editorial en innumerables y deliciosos cuadernos de los llamados cuentos de hadas, amén de otras incursiones.  
Influenciado sobremanera por el trazo belicoso y personalísimo de Ferrando, de quien heredó estilo y hechuras narrativas, no en balde entintó para este autor dos de las cabeceras más sobresalientes del sello de Toray como fueron El Diablo de los Mares y Zarpa de León. También hizo de negro, en la tinta, claro, para dibujantes como Iranzo y su Capitán Coraje y Ambrós y su Jinete Fantasma, colección esta última para la que dibujó en solitario algún que otro cuaderno.
La llegada de Martínez a Marco se produce después de su paso por los sellos Toray y Grafídea, donde dejaría un ramillete de deliciosas colecciones. Luego, como decíamos anteriormente, su aterrizaje en Marco le daría la oportunidad de quedarse a vivir ahí profesionalmente hasta el declinar del sector (finales de los sesenta)



Cuaderno núm. 3

El Príncipe Dani fue el primer personaje del tebeo español en ostentar tal título nobiliario. Una trama situada en la alta edad media, cuya primera viñeta rezaba así: "Sólo en la adversidad supo hacer frente a todos los peligros que le acecharon. Luchó sin descanso por recuperar el trono que le fue robado, vengando a los suyos y protegiendo a los oprimidos. Esta es la historia de las hazañas del Príncipe Dani. En mayo de 1342..."
El Príncipe Dani y su exótico y fiel servidor Hamed vivirán múltiples vicisitudes antes poder vengar la muerte de su padre el Rey, dentro de una trama laberíntica de lucha sin cuartel espada en mano. En el cuaderno núm. 28 Dani se despedirá de los lectores no ya como príncipe, sino como Rey. 
Excelente el trazo de Martínez, fresco y limpio, quizás algo afectado o no liberado por completo de ese ir y venir de estilos como entintador, pero glamoroso, superior al de otras colecciones precedentes como fueron La Máscara de los Dientes Blancos (1948) y El Silencioso (1949) 


 Portada del cuaderno núm. 16
Dibujo original



  Portada del cuaderno núm. 12


jueves, 11 de octubre de 2012

HAZAÑAS BÉLICAS 1ª Serie (Toray, 1948)

















Editorial: Toray
Año: 1948
Ejemplares:  29
Dibujos:  Boixcar
Guión:  Boixcar
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas
Precio:  1,25 pts.

Las guerras son tan antiguas como la humanidad, sin embargo para el tebeo esas guerras pretéritas no fueron casi nunca bélicas sino epopéyicas. Lo bélico es un concepto más de nuestro tiempo, coetáneo de la narrativa dibujada, del tebeo en definitiva. De hecho, el cuadernillo nace y tiene su primer desarrollo en paralelo a la 2ª Guerra Mundial (1941-1945). La concepción de lo bélico se afianza en la sociedad española con nuestra guerra civil –aunque este conflicto nunca existiera a los ojos de la historieta clásica autóctona--.
Para los nacidos en la primera mitad del siglo XX, el término bélico se apuntala con la 2ª Guerra Mundial. Incluso hoy, cuando se piensa en guerra, el primer referente que viene a la memoria es, por simplificarlo de alguna manera, una cruz gamada o los campos de exterminio nazis. Ni siquiera la primera guerra mundial ha contado mucho para la memoria colectiva…, eso queda muy lejos. Sólo el desvarío del nazismo y el bombardeo de Pearl Harbor con los japoneses en plan kamikaze, llegaron al imaginario popular con la fuerza suficiente como para que el tebeo colocara ahí también sus miras comerciales.
También la guerra civil coreana tuvo su impacto en la sociedad de los años cincuenta, pero, como decimos, fueron los conflictos español y, especialmente, alemán quienes más contaron para la literatura, el cine y los tebeos. Dentro de ese tendencia se engloba esta creación de Boixcar que fue presentada así por Ediciones Toray: Emocionantes episodios de la última gran guerra, magistralmente relatados por BOIXCAR. Todo el heroísmo, abnegación y nobleza que derrocharon infinidad de combatientes, héroes anónimos de la guerra, fielmente expresados en esta gran publicación.
Cuaderno núm. 9

Hazañas Bélicas (1ª serie) constituyó uno de los grandes éxitos de la editora barcelonesa Toray, aunque la mayor resonancia de la cabecera llegaría con la segunda serie, a partir de 1950. Era la primera gran incursión del tebeo de posguerra en el apartado bélico. Con anterioridad, sólo dos intentos fallidos: uno de Ediciones Harpo (Ray London, 1947), y otro de la Editorial Augusta (Episodios de Guerra, 1948), este último con los hermanos Blasco a la cabeza.
El primer cuaderno situaba la acción en Pearl Harbour, acontecimiento bélico de no lejano impacto social, si bien la colección siguió su andadura por los diferentes escenarios y hechos relevantes relacionados con la guerra: África, Filipinas, Italia, Hiroshima, Normandia, etc.
Boixcar repartió protagonismos con mano izquierda. No debió resultarle fácil lidiar con guiones basados en una guerra que habían ganado los aliados, incluida Rusia, y perdido los alemanes, a los que Franco había ayudado enviando la División Azul. Salvo en el caso de los japoneses, señalados siempre como seres sanguinarios, el resto de países implicados en la 2ª Guerra Mundial promediaron protagonismo en la victoria y en la derrota. Interesaba la historia en sí, y no tanto la nacionalidad de quienes la vivían. Importaba el drama personal, no si los protagonistas pertenecían al bando alemán, francés, ingles, americano, etc. Con la salvedad del ruso, que nunca sería protagonista principal; siempre antagonista en sus confrontaciones con los alemanes. La serie también contó con algún que otro protagonista español, en un papel colateral respecto a la guerra, pero implicado al fin y al cabo por culpa de los caprichos del destino. 
Los guiones, por lo general, no abordaban nunca el conflicto bélico de turno de forma obsesiva o excluyente. La guerra sólo era el nudo que ahogaba o liberaba a los personajes abocados a ella y que previamente habían tenido un punto de partida donde se ponía de manifiesto su cotidianeidad, sus circunstancias más íntimas o personales. Protagonistas a los que la guerra secuestraba de sus quehaceres diarios, rompiendo así una vida hasta ese momento normal. Boixcar evitó hurgar en buenos y malos y centró sus fábulas en el drama personal de sus protagonistas, salvo en el caso japonés, como antes hemos comentado.
Cuaderno núm. 10


Boixcar llegó a Toray procedente de Marco, editorial a la que había regalado varias creaciones inolvidables, entre ellas El caballero negro y El puma. Y lo hizo con el proyecto de la mano, asumiendo tanto el guión como la realización gráfica; algo que se cumpliría a rajatabla en veintiocho de las veintinueve entregas. El interior del cuaderno restante (Nº. 26) corrió a cargo de su hermano José María y del guionista Feralgo. Todos los cuadernos, salvo un par de ellos, tuvieron un desarrollo monográfico.
Con Hazañas Bélicas el autor ejerció un cambio total de registro, sustituyendo las espadas y el boomerang por las bombas. Y lo hizo de forma magistral, con un trazo limpio y formal y una disposición narrativa madura y elegante. Excelentes también la portadas, quizás de lo más relevante. Los guiones, bien hilvanados, destapaban el dramatismo de la guerra, pero siempre a través de historias con personajes de carne y hueso, humanizando al máximo cada aventura.
La colección fue abortada cuando llevaba publicados 29 números, sin que se sepa la razón que llevó a Toray a desvestir un santo para vestir casi de inmediato a otro que en nada difería del primero. Quizás la razón de esta prematura finalización haya que buscarla en la imposibilidad de Boixcar para cumplir con los otros compromisos adquiridos con la editorial. Compromisos en forma de series que quizás habían sido programadas con antelación. De hecho, en el cuaderno número 25 se anunciaba la aparición de Flecha Negra. Tiempo más tarde, cuando el autor había despachado el maravilloso trío de creaciones compuesto por la mencionada colección, La Vuelta al Mundo de dos Muchachos y El Hijo del Diablo de los Mares, retomó de nuevo la que, al parecer, había proyectado en esos dos años de actividad editorial mejores perspectivas.
Hazañas Bélicas, 1ª serie, tuvo una segunda edición meses más tarde en nueve tomos recopilatorios. 

Cuaderno núm. 1



Página interior cuaderno núm. 3


miércoles, 3 de octubre de 2012

ROSTRO DE CUERO (J. L. Aguilar, 1943)









Editorial: J. L. Aguilar
Año: 1943
Ejemplares:  4
Dibujos:  José Grau
Guión:  Pastor
Tamaño:  21 x 32 cm.
Páginas:  14 + portada 
Precio:  1,50 pta.


Colección perteneciente a J. L. Aguilar, sello valenciano de efímera vida editorial. Tan sólo un año de actividad, 1943, fecha por tanto de este serial de ambientación cosmopolita. Rostro de Cuero fue el primer personaje enmascarado autóctono en dar nombre a una cabecera en tiempos de posguerra, iniciando así una tendencia de héroes sin rostro que se extendería durante casi tres décadas.

Casualidad o no, en ese mismo año hizo también su aparición en España un misterioso personaje dentro de una de las novelas de la editora Cliper que respondía al nombre de El Encapuchado, personaje creado por Guillermo López Hipkiss que más tarde tendría su propia colección de novelas y muchos días de gloria en la viñeta. La correlación estética entre ambas capuchas, estilo verdugo, fue más que evidente.

Pero lo que no debió ser tan casualidad es la influencia que sobre el personaje en cuestión pudo tener una de las colaboraciones que José Grau, su autor gráfico, realizó para Editorial Valenciana por ese tiempo dentro de la mítica Selección Aventurera. Grau había realizado ese mismo año de 1943 varios seriales de resonancias cinematográficas, entre los se encontraban tres cuadernos-jornada protagonizados por El Misterioso Doctor Satán, un malvado científico a quien trataba de meter en vereda un encapuchado justiciero llamado El Cobra.

La impostura facial de El Cobra y Rostro de Cuero era calcada, diferenciada tan sólo por un par de detalles en la máscara del segundo. De un lado el material del disfraz que, como refleja el propio nombre de la cabecera, era de cuero. Y de otro, un pequeño emblema o símbolo en la zona frontal de la capucha en forma de sol. Curiosamente, un par de años después Grau volvería a utilizar la fórmula del héroe enmascarado en la colección de Grafidea El Capitán Sol (1948), aunque esta vez el astro no descansaba sobre la máscara sino en el pecho.

El hombre de la máscara de cuero era en realidad Álvaro Sandoval, un deportista español con altruista vocación justiciera, de ahí que cuando entraba en acción decidiera evitar ser identificado, aun a riesgo de hacer pasar por cobarde a su otro yo, a Sandoval, como sucedía en su primera aventura, en la que tiene que salvar a la hija de un químico inventor de la gasolina sintética. Ya saben: banda que secuestra a hija para apoderarse de la fórmula de su sabio progenitor.  

Comentábamos en una entrada anterior dedicada a los cuadernos monográficos editados por J. L. Aguilar, la singularidad de este sello, su buen hacer editor: gran formato, excelente papel, calidad de impresión y colorido interior; algo inusual en los tebeos de esos primeros años cuarenta. Atributos todos que recayeron en varias de sus cabeceras, entre las que también se encontraba Rostro de Cuero. A pesar de todos los esfuerzos editoriales, y de la impactante presentación de este héroe enmascarado, la colección tuvo que arriar velas en el cuaderno número cuatro: 1,50 pta. era un precio demasiado elevado para un mercado que ofrecía productos similares --con la única diferencia del color interior-- a 1 pta. e incluso a 60 cts. 


Cuaderno núm. 1



 Página inicial del cuaderno núm. 1