Editorial: Toray
Año: 1951
Ejemplares: 14
Dibujos: Jaime Juez
Guión: Jaime Juez
Tamaño: 15 x 21 cm.
Páginas: 8 + cubiertas
Precio: 1 pta.
Ejemplares: 14
Dibujos: Jaime Juez
Guión: Jaime Juez
Tamaño: 15 x 21 cm.
Páginas: 8 + cubiertas
Precio: 1 pta.
Jaime
Juez, o Xirinius –así firmó en su primera etapa este autor catalán--, fue uno
de los nombres de mayor prestigio en el ámbito de la expresión gráfica. Una de
esas firmas nobles y exquisitas que engrandeció como pocas al sector durante el
tiempo que estuvo en activo.
Siempre
preciso y elegante, Juez dejó en el tebeo un manojo de colecciones de
imborrable recuerdo, entre las que se encuentra este penetrante relato de
extenso nombre: Hojas de la vida de
Toñito y Lolita. Un melodrama en toda regla que, junto Estrellita y Margarí,
formó una trilogía de cabeceras de gran realismo social. Un soplo de aire nuevo
que vino a refrescar la corriente excesivamente belicosa de la viñeta
autóctona, que por ese tiempo se encontraba atiborrada de insaciables piratas,
elegantes espadachines, usurpadores de tronos, aventureros en países recónditos,
sagaces detectives, seres de otros mundos y omnipresentes justicieros.
Hojas de la vida de Toñito y Lolita tomaba la senda del fumetti neorrealista italiano, que estaba explotando
con éxito en España colecciones como Suchai,
Nat el grumete o Ángeles de la calle a través de la
editorial Hispano Americana; todas ellas herederas en mayor o menor medida del
oprimente universo de Charles Dikens y sus desdichados mozalbetes en busca de
mejor fortuna.
Juez
diseñaba aquí un guión de lo más lacrimógeno, con una familia compuesta por un
joven matrimonio y su hija, cuyas penurias económicas llevan a los padres a
cruzar el charco para tratar de aliviar su castigada existencia. Lolita, la hija, es entregada a una hermana de su madre y al marido de ésta para que se
hagan cargo de ella hasta que el matrimonio se asiente en su nuevo destino.
Pero pocos meses después la tía muere repentinamente, quedando Lolita a merced
de su tío viudo. Aunque la viudedad del tutor durará poco tiempo y una nueva mujer entrará en sus vidas. Una especie de madrastra de Blancanieves, que infringirá a la niña no pocas
humillaciones. Lolita, desesperada de tanto mal trato y abusos como recibe,
decide escapar de las garras de sus nuevos tutores. Poco después conoce a
Toñito, un niño huérfano que malvive vendiendo periódicos, con quien compartirá múltiples avatares hasta que el destino la reúna
de nuevo con sus añorados padres.
Pobreza,
emigración, maltrato infantil, soledad, desamparo, niños callejeros, no eran
ingredientes habituales en el tebeo español de esos años. Una realidad tan
cruda como cierta, pero que se alejaba en cierta medida del tipo de relato al que
la viñeta nos tenía acostumbrados. Aunque hay que señalar que tampoco faltaron ciertos ingredientes habituales en un tebeo de acción, con personajes de bajos fondos e instintos.
El tebeo era la ventana de los sueños, un soporte aspiracional con héroes triunfantes que todos envidiábamos. Aunque quizás Hojas de la vida de Toñito y Lolita no fue tanto un guión diseñado para niños, sino para un consumo familia; un cuento de los llamados de hadas, pero sin hadas, situado en clave realista y donde la maestría de Juez dejó una impronta tan armonizada de trazo como amarga en expresividad.
El tebeo era la ventana de los sueños, un soporte aspiracional con héroes triunfantes que todos envidiábamos. Aunque quizás Hojas de la vida de Toñito y Lolita no fue tanto un guión diseñado para niños, sino para un consumo familia; un cuento de los llamados de hadas, pero sin hadas, situado en clave realista y donde la maestría de Juez dejó una impronta tan armonizada de trazo como amarga en expresividad.
Cuaderno núm. 2
Página interior del cuaderno núm. 2
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