Editorial: Valenciana
Año: 1950
Ejemplares: 210
Dibujos: Manuel Gago
Guión: Pablo y Manuel Gago
Tamaño: 17 x 24 cm.
Páginas: 10 + cubiertas
Precio: 1,25 pta.
Ejemplares: 210
Dibujos: Manuel Gago
Guión: Pablo y Manuel Gago
Tamaño: 17 x 24 cm.
Páginas: 10 + cubiertas
Precio: 1,25 pta.
En 1950, Manuel y Pablo Gago sorprendían a propios y
extraños con una creación atípica y admirable dentro de panorama autóctono del
tebeo. Purk, el Hombre de Piedra. La
colección se situada en el periodo lítico del hombre, un escenario apenas
explorado por el tebeo español.
El Hombre de Piedra --sin Purk--, como de inmediato
fue definida por Editorial Valenciana, representó un giro sorprendente en el
quehacer de habitual de Manuel Gago. El autor estaba acostumbrado a personajes
de capa y espada o de pistola en cinto, a intrigas palaciegas, detectivescas o
aventuras selváticas, que eran los asuntos que el tebeo había tomado de la
novela decimonónica y del folletín. Sin embargo, aquí, la atmósfera y las armas
eran tan primitivas como el material del que estaba hechas estas últimas, de
piedra.
Tampoco el tebeo español poseía mucha más
experiencia. No me atrevo a asegurar si fue la primera incursión del tebeo en
ese prehistórico terreno, pero si me apuran un poco juraría que así fue. Sólo
recuerdo un acercamiento más o menos sutil de la editora Guerri en uno de sus
cuadernos monográficos aparecidos en los primeros años cuarenta. Bajo el título
En el Centro de la Tierra, contaba la
historia de dos profesores de universidad adentrándose en una cueva en busca de
restos prehistóricos. Y los encontrarán, incluso vivitos y coleando: seres de
la era cuaternaria de lo más primitivo como pueden observar en la viñeta que
figura a continuación.
Viñeta interior
Tampoco el cine o la novela parece que pudieran
inspirar en exceso a los hermanos Gago en tamaña aventura, aunque como recoge
Pedro Porcel en su primoroso libro Tragados
por el abismo, en la primera mitad del siglo XX se dieron algunos ejemplos
más o menos cercanos al mundo reflejado por Purk. En todo caso, la apuesta por
una cabecera de tales hechuras constituyó una propuesta tan novedosa como
rebelde; un giro pleno de transgresión sectorial.
El Hombre de Piedra empezaba así su relato: “Hace muchos siglos, en la Edad de Piedra,
cuando el hombre vivía en chozas o cavernas y se alimentaba de la caza y la
pesca, hallándose casi continuamente en lucha con feroces y monstruosos
animales, de los que se defendía con armas toscas por él construidas, había una
gran tribu o familia en una región montañosa, dedicada casi por entero al
pastoreo y al cultivo de algunos productos agrícolas”.
Cuaderno núm. 6
La gráfica no mostraba sin embargo a unos personajes
con pinta de australopitecos, propios de un periodo establecido 2,5 millones de
años atrás. La plasmación gráfica de Gago era pura perfección corporal; un
personaje esbelto y musculado que poco tenía que ver con la idea preconcebida
de los moradores de la época establecida por cromos y enciclopedias. Y es que
las coordenadas históricas de la colección eran algo sui géneris, libertarias,
como lo fueron la mayor parte de las colecciones del tebeo clásico español. Por
la serie desfilaban dinosaurios y seres amorfos de mundos remotos, a mogollón,
pero también aldeas de vida colectiva, con sus jefes; incluso algunas con sus
reyes y reinas. Y por supuesto no faltó la ambivalencia de buenos buenísimos y
malos malísimos tan característica de Gago. Tampoco el clásico triángulo
amoroso, con un protagonista ciegamente enamorado sin sospechar las pasiones
que despierta en otra mujer.
Fue la tercera gran creación del autor, después de El Guerrero del Antifaz y El Pequeño Luchador, aunque en mi
opinión su escalafón cualitativo debería al menos subir un escaño por la
enérgica ruptura temática que representó. Luego el número a número se encargo
de demostrar que la ruptura se ciñó exclusivamente al escenario; lo otro, personajes,
trama, idas y venidas del argumento, fue lo de siempre, el mix al que Gago nos
tenía ya acostumbrados. Años después el dibujante repetiría escenario con Piel de Lobo (1959), una de las mejores
colecciones de la factoría Maga, y Castor
(1962).
Cuaderno núm. 1
Página interior del cuaderno núm. 2
Fantásticos mundos prehistóricos los de Gago (y De Laiglesia en el caso de Piel de Lobo), lo más cercano a los universos de espada y brujería que el lector español pudo tener entonces... qué maravillas!
ResponderEliminarCada aventura era una sucesión de sorpresas. Un mundo renovado en sus extraños personajes. Fue una de mis colecciones preferidas y la que mejor alimentaba mi curiosidad lectora y tebeística.
ResponderEliminarDesde Triana mi saludo y agradecimiento, amigo Paco.
Purk era y es, sin duda ninguna, mi segundo preferido tebeo de M. Gago, y mi primero fue y es, El guerrero del Antifaz, cuales colecciones tengo gracias a la para mi, una fantastica y gloriosa costumbre española de publicar en verdadera facsimile, tebeos de la antigüedad. Tengo 76 años y vivo en los EEUU desde Diciembre del 1956 y gracias a esta costumbre ahora tengo todos los tebeos que lei desde que aprendi a leer a los tres años de edad en el 1946. No puede imaginarse, Paco Baena, la alegria tan grande que me ha dado el encontrarme con su blog tan verdaderamente fantastico. Un millon de gracias.
ResponderEliminarAntonio Navarro Jr en España, Pedro Antonio Navarro Liria