Año: 1951
Ejemplares: 213
Dibujos: Iranzo
Guión: Iranzo
Tamaño: 17 x 24 cm.
Páginas: 10 + CubiertaPrecio: 1,25 y 1,50 pts.
Ejemplares: 213
Dibujos: Iranzo
Guión: Iranzo
Tamaño: 17 x 24 cm.
Páginas: 10 + CubiertaPrecio: 1,25 y 1,50 pts.
Cuando pienso en El Cachorro de mis años jóvenes, llego
a la conclusión que aquel tebeo que leía con cierto reparo era más un tebeo de
terror en toda regla que un relato de piratas de los muchos que consumí en aquellos años de infancia. Aquel dibujante era el mismísimo demonio, tal era su saña a la
hora de infundir mediante el dibujo el clímax feroz y carnicero de la
colección. Los piratas del cine y de los tebeos eran por lo general feos, muy
feos, algunos rematadamente desagradables, pero los del Cachorro eran
horripilantes, desgarradores para un niño de corta edad que aún no había
traspasado la inocencia. Con aquellas muecas faciales y gestos corporales que
parecían heredados del mismísimo Satanás.
El escenario habitual
de la serie estaba plagado de personajes safios y sanguinarios que movían al
pavor. Daban ganas de lanzar el tebeo al aire y salir corriendo, alegarse de
ese muestrario de bárbaros tuneados con parches en el ojo, zarcillos y bocas
desdentadas, patas de palo y gorros decorados con calaveras. Pobre Miguel,
aquel grumete con destino a Maracaibo que soñaba con ser mayor y barrer de
piratas el infecto mar de las Antillas. Qué poco podía imaginar el futuro
Cachorro la que se le venía encima.
Portada del núm. 33
Pero detrás de aquella
colección de personajes estrafalarios, detrás del valiente Miguel Díaz de
Olmedo y del no menos Luís de Fierro –el capitán del Galeón--, de la bella
Isabel Montero, había un dibujante de una fuerza expresiva admirable, un hombre
de trazo arrollador y privativísimo, como quizás no haya existido otro en el
tebeo autóctono, el aragonés Juan García Iranzo, que por ese tiempo disfrutaba
de un reconocido prestigio ganado a pulso con seriales o cabeceras como Dick Norton, El Capitán Coraje y otras muchas e inolvidables creaciones, incluidas
algunas de corte humorístico, entre las que cabe destacar la estrafalaria Familia Pepe y al lenguaraz aventurero Antonio Barbas, producidas por Bruguera
e Hispano Americana, respectivamente.
Dibujo original de época
Bruguera sabía lo que
hacía cuando aceptó editar la presente colección. Necesitaba con urgencia un
éxito en el campo del cuadernillo de aventuras; éxito que una y otra vez se le
negaba desde el inicio de sus actividades posbélicas. Un triunfo prolongado de
un personaje que la catapultara dentro de un segmento en el que Valenciana,
Marco, Toray e Hispano Americana habían tomado la delantera. Autor y editorial
habían coincidido con anterioridad en la serie Aventuras y Viajes con resultados óptimos –quizás junto a las de
Darnís, las portadas más espectaculares del tebeo español de todos los
tiempos--. Pero ni esa creación, en su mayoría compuesta por cuadernos
monográficos, ni la avalancha de lanzamientos posteriores, gozaron de la
ansiada longevidad. Hasta que apareció Iranzo con El Cachorro y su recital filibustero, con su ritmo trepidante de la
acción, en clara sinergia con la colección de referencia de aquellos años que
era El Guerrero del Antifaz.
Y aparecieron más y más
personajes a cual más carnicero y esperpéntico: El Capitán Baco, Olonés, Perro Rabioso,
Pedro el Picardo, Mano Amarilla, Quasimodo, El Gato, El Tuerto, Abu-Sehif, Morgan…,
piratas todos ellos de siniestra figura y peores intenciones. Menos mal que del
lado de los buenos también se iban sumando algunos rostros agradables: la
joven y valerosa Elena –conocida como Hija
del Trueno--, o la bella Margarita --futura esposa del protagonista-- y el
hercúleo Batán, aunque este último muy, muy agradable de físico no era, pero sí se convertiría en un excelente escudero de Miguel. Por cierto que el negruzco Batán, personaje que daría
lustre, juego y sabor a la serie mientras ésta se mantuvo en los quioscos,
acabaría profesando la fe católica y cambiando su nombre por el de Sebastián.
Iranzo introdujo en el
guión ciertos referentes de su entorno más próximo, del lugar donde residía en ese tiempo, que era la ciudad costera granadina de Almuñecar, donde
recreó uno de lo pasajes más sangrientos de la colección con el ataque de los berberiscos
comandados por el pirata Abu-Sehif. La Punta de la Mona, la playa del Cotobro, el
Castillo de San Miguel, la Cueva de los Murciélagos…, fueron algunos de los
lugares recreados en la acción.
Las tres versiones de portada que tuvo la serie
Mayo de 1951 fue la
fecha probable de su aparición, dando por supuesto que la publicación
mantuviera inalterable su aparición quincenal al menos durante su primer año. Era
la segunda incursión de Bruguera en el género, después del intento fallido que
representó El Pirata Negro (1948) y
constituyó el mayor éxito de la editorial en el apartado aventurero hasta ese
momento: 213 cuadernos englobados en tres tramos: El Cachorro --a secas--, Colección
Dan y Super Aventuras. Las hazañas
de El Cachorro finalizaron en los
primeros meses de 1960, no sin antes haber dejado limpio de piratas el mar
Caribe. La travesía de regreso a España “fue
tranquila y feliz. Miguel y Margarita forjaron proyectos para el porvenir. Y
todos se cumplieron. Años después contrajeron matrimonio en España a cuya
ceremonia acudieron todos sus antiguos camaradas y tuvieron una vida larga y
llena de venturas”.
Portada y dorso de los cuadernos núm. 1 y 36, respectivamente
Las reseñas de Paco Baena, siempre geniales. ¡Gracias!
ResponderEliminarMagnífica evocación. Tuve l a suerte, cuando hice el libro de Tragados... de que Micharmut, gran fan del Cachorro, compusiese una doble página en la que aparecían TODOS los piratas significados de la colección, hermosa galería siniestra, estrafalaria y sugestiva como pocas. Y temible para el lector infantil, imagino: al Cachorro lo conocí más mayor, cuando raramente el papel provoca ya aquellos añorados escalofríos...
ResponderEliminarPues sí, Pedro, como eres un pipiolo en comparación con algunos, je,je, pudiste librarte de más de un escalofrío. Esos terroríficos piratas son exclusivos del pincel profanador de atmósferas de Iranzo y su Cachorro.
EliminarGrandes recuerdos de mi infancia, cuando leía la colección completa de mi padre en casa de mi abuela, y desde entonces mi favorito de la época por encima del Capitán Trueno...
ResponderEliminarMuy tardío, anyado un comentario: yo no consideraría a Batan como escudero de Miguel, sino alguien que de una primera etapa en que le sigue por deuda de vida (algo poco original, la verdad) evoluciona hasta ser su mejor amigo, lo que es algo que encuentro muy adelantado a su tiempo.
Muchas gracias por tus comentarios, Mister Radar. Y por la puntualización sobre la relación de Miguel con Batán, tienes toda la razón. "Escudero" que es una licencia quizá no atinada. Un saludo!
EliminarEn el Salón del Comic de Barcelona en el Borne, a finales de los 80 tuve la ocasión de conocer a Iranzo y tras una breve charla sobre mis colecciones, entre las que se encuentra en lugar predominante el Cachorro original, tuvo la amabilidad de realizar un extraordinario dibujo que firmó y me regaló.
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