Buscar este blog

domingo, 24 de marzo de 2013

HEROICOS EPISODIOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA (Marco, 1943)






Editorial: Marco
Año: 1943
Ejemplares:  2

Dibujos:  Darnís y Manuel Gago 
Guión: 
Tamaño:  15 x 21 y 19 x 28 cm.
Páginas:  8 y 16 + cubiertas
Precio:  50 cts. y 1 pta.





Este intento de colección, bautizado por la Editorial Marco como Heroicos Episodios de la Historia de España, se quedó solo en eso, en intento. En realidad, su gestación fue mas fruto de la improvisación que de una voluntad concreta de Marco por diseñar una cabecera histórico-nacionalista. Sólo dos cuadernos, dos tamaños, dos paginaciones interiores (una de 10 páginas y otra de 16) y dos autores: uno que acumulaba un largo camino entre viñetas (Darnís) y otro que se asomaba a ellas por primera vez (Manuel Gago)
Viriato --el cuaderno correspondiente a Gago--, había dormido largo tiempo en los cajones de la editorial. Su gestación se remontaba al menos un año atrás, cuando el joven Manuel se hallaba convaleciente de una grave enfermedad anhelando alcanzar prosperidad artística en el medio.
Esas iniciales ansias de Gago se habían traducido un par de primerizos trabajos, que luego fueron remitidos por el autor a dos de la editoriales más activas del momento con la esperanza de verlos publicados. El primero de ellos correspondió a Viriato, con Marco como destinatario. Pero la editorial barcelonesa tardaría algo más de un año en publicarlo.
Lo que suponemos es que Viriato y la destrucción de Numancia, hizo reflexionar a la editorial sobre la posibilidad de ubicar una cabecera en asuntos patrios. No era mal momento, desde luego, teniendo en cuenta quien cortaba el bacalao en el lacerado país que era en ese momento España. Así que decidió –siempre dentro de la suposición— encargar un primer número de la pretendida colección al número uno de sus colaboradores. Y ese era Francisco Darnís, que en gloria esté. Marco debió pensar que no era muy aconsejable empezar la serie con un autor novel como era en ese momento Manuel Gago y decidió condicionar la publicación del cuaderno a la aparición de una primera entrega con capacidad para proyectar mayores expectativas sobre la colección, que las tenía, al menos entres las gentes de la editorial, como se puede comprobar por el siguiente texto aparecido al dorso del segundo cuaderno: “Se ha puesto a la venta la nueva publicación de los Heroicos Episodios de Historia de España. A la publicación de los emocionantes cuadernos El sitio de Zamora y Viriato seguirán otros relatando las sublimes gestas que con su sangre escribió el pueblo español en el curso de su épica Historia”. 
Guiones basados en hechos históricos, aunque en Viriato Gago incorporó a la trama un fornido protagonista llamado Bakales, un fiel seguidor de los predicamentos del líder lusitano que tendría que lidiar en el circo romano con un búfalo de gran cornamenta y con hambrientos leones al más puro estilo Quo Vadis.
A pesar de las promesas editoriales, la colección fue abortada en el segundo cuaderno. 

Cuaderno núm. 2
(primer tebeo dibujado por Manuel Gago)


Página interior del cuaderno núm. 2 


jueves, 14 de marzo de 2013

EL HIJO DEL DIABLO DE LOS MARES (Toray, 1949)






Editorial: Toray
Año: 1949
Ejemplares:  22

Dibujos:  Boixcar 
Guión:  J. B. Artés
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas
Precio:  1,20 pts.



El primer éxito editorial de Toray en sus primeros tres años de vida lo protagonizó El Diablo de los Mares (1947), una excepcional serie de piratas y espadachines ilustrada por el genial dibujante Ferrando y guionizada por su cuñado J. B. Artés. De ahí que al poco tiempo de finalizar la serie, y ante la gran demanda de cuadernos atrasados –según reconocía la editorial en algunos de sus dorsos-- , Toray decidiera recuperar la estela del personaje, esta vez en la persona de su hijo. El tebeo español inauguraba así la transferencia aventurera entre padre e hijo; una cesión de testigo justiciero que en el caso que nos ocupa fue bautizada como El Hijo del Diablo de los Mares.
El guión recuperó inicialmente el protagonismo del padre, de manera que el patriarca sirviera de puente --también de excusa--, y así poder justificar la continuidad justiciera del hijo. El ex protagonista es un hombre que lleva medio siglo viviendo “en la más apacible tranquilidad, cual correspondía al héroe que durante tantos años luchara para rehabilitar el buen nombre de su casta. Sin embargo parecía que ahora, en su vejez, nuevas nubes de discordia amenazaban con empañar el límpido cielo de su felicidad”.


Cuaderno núm. 4

Las primeras viñetas muestran a un Duque de Lancaster entrado en años, --el hombre que fue conocido como de El Diablo de los Mares--, en compañía de su hijo y de la prometida de éste. Comentan preocupados la situación que está viviendo el rey Guillermo en una corte que al parecer está plagada de conspiradores. En ese momento el viejo Diablo recibe una carta del rey solicitando su ayuda, lo que hará que el ahora Duque recupere la beligerancia oxidada para ponerla al servicio de la corona.
Pero el enemigo logrará en este primer cuaderno algo que no habían conseguido todos los malvados aparecidos en los 68 cuadernos anteriores protagonizados por El Diablo de los Mares: el asesinato del Duque de Lancaster. Una muerte que propiciará la irrupción de su hijo en tareas justicieras.
Frente al dibujo afectado y personalista de Ferrando, con ese punto de mueca en sus personajes, incluso de cierta ironía gestual –deliciosa, por otra parte-- , Boixcar impuso un estilo neutro y preciosista; esbelto y refinado. Bello, en definitiva. Con un dinamismo de trazo sólo comparable con el del mejor Gago de El Guerrero del Antifaz.
En cuanto al escenario, por buscar la comparación cinematográfica, Ferrando se habría inspirado en el inolvidable personaje de Sabatini, El Capitán Blood; mientras que Boixcar estaría más cerca del héroe de Sherwood, Robín de los Bosques. Mas piratas y abordajes en la primera; más intrigas palaciegas y escenarios campestres en la segunda, aunque tampoco en esta última faltaron las beligerancias marinas. 
Una de las grandes obras del tebeo español de aventuras. Tuvo un recorrido de veintidós cuadernos. 

Cuaderno núm. 1

Página interior del cuaderno núm. 4

jueves, 7 de marzo de 2013

EL HIJO DE LAS GALERAS (Garga, 1950)





Editorial: Garga
Año: 1950
Ejemplares:  16

Dibujos:  Manuel Gago 
Guión:  Pablo Gago
Tamaño:  24 x 17 cm.
Páginas:  14 + cubiertas
Precio:  1,50 pts.





El Hijo de las Galeras fue uno de los cuatro proyectos llevados a cabo por Manuel Gago dentro de la andadura editorial emprendida por el autor junto a su familia en la Editorial Garga. Los otros tres correspondieron a El Libertador, El Misterioso X y El Rey del Oeste; todos ellos de 1950.
El autor de El Guerrero del Antifaz contó aquí con la colaboración de su hermano Pablo en tareas guionísticas. Una historia de corsarios ingleses que recordaba a la reciente y abortada creación de Manuel Gago para Toray, El Espadachín de Hierro, y en la no faltó ninguno de los ingredientes característicos en el universo habitual del autor: un héroe justiciero experto en el manejo de los puños y la espada; un fiel y no menos valeroso escudero, al que apodan Matasiete; un odioso antagonista, tan forzudo como sanguinario, que respondía al nombre de Satanás –el protagonista lo despachará de una estocada en el último cuaderno con mensaje incluido: “Tu sitio está en el infierno”--; una bella dama, hija de un malvado conde, que bebe los vientos por el protagonista y sufre ante la negativa de su padre a que su amor prospere, etc.
Editorial Garga fue un viejo y anhelado proyecto de la familia Gago, que pudo llevarse a cabo después de que Valenciana se asegurase la continuidad del autor en los grandes éxitos de esta editora: El Guerrero del Antifaz y El Pequeño Luchador, principalmente, colecciones a las que pronto se uniría El Hombre de Piedra.
Manuel Gago era por ese tiempo una máquina de hacer tebeos como ninguna otra, un creador infatigable capaz de liquidar un cuadernillo en un par o tres de días. Pero, lamentablemente era una máquina humana y a pesar de las esperanzas puestas en Garga, y del mimo con el que se aplicó a las cabeceras anteriormente mencionadas, no le quedó otro remedio que rendirse al secuestro que sobre su vida laboral ejercía Valenciana. Esa imposibilidad para responder ante tanto frente abierto, unido a otros avatares, terminó con el cierre prematuro de Garga y la apertura de una nueva Editorial, la mítica Maga, donde Manuel Gago ejercería en principio un rol muy secundario, casi nulo, al menos en tareas ejecutoras.   

Cuaderno núm. 16

 Página interior cuaderno núm. 16