Buscar este blog

miércoles, 21 de marzo de 2018

DIAMANTE NEGRO (Toray, 1949



Editorial:  Toray
Año:   1949
Ejemplares:  21
Dibujos:   Luis Gago
Guion:   Pedro Quesada
Tamaño:   8 x 17 cm.
Páginas:   32 + cubiertas
Precio:   1,25 pts.




¡La India! En su exótico paisaje, entre sus pagodas milenarias y sus rajás de fasto oriental, se mueve el misterioso DIAMANTE NEGRO, figura legendaria que persigue un noble fin a través de múltiples vicisitudes y aventuras. Una fantástica colección presentada en FORMATO BOLSILLO que causará la delicia de todos. ¡No lo olvide! DIAMANTE NEGRO tiene la dureza de la piedra preciosa y jamás olvidará sus sensacionales aventuras. (texto anunciador aparecido en el dorso del cuaderno núm. 1 de Zarpa de León)


Diamante Negro constituyó una de las escasas incursiones de Luis Gago --hermano de Manuel Gago--, en la parcela gráfica. Con anterioridad, este miembro de la familia Gago había probado fortuna en Bruguera con tres colecciones que pasaron por el mercado con más pena que gloria: Ricardo Manteca, El Pirata Negro y El Justiciero Fantasma. Tampoco la presente cabecera tuvo mayor fortuna, pues sólo alcanzó a editar veintiún cuadernos, a pesar de contar con un narrador de la talla de Pedro Quesada al frente del guion.

Producción fruto del acuerdo de colaboración alcanzado por Toray con Manuel y Luis Gago, aunque a la postre ninguno de los hermanos acabaría echando raíces en el sello barcelonés. El primero, porque fue reclamado con malas artes por Valenciana cuando ya había iniciado con Toray su prometedora Espadachín de Hierro. Y el segundo, por razones que saltan a la vista si observamos mínimamente el trabajo desarrollado aquí por el autor.

Trabajo sin duda poco afortunado, con un dibujo estrafalario carente de pericia gráfica, que sin duda dificultó el vuelo comercial del personaje. Una decisión editorial a todas luces irracional, que poco o nada tenía que ver con la exquisita política que Toray venía llevando a cabo. No hay más comprobar las cabeceras que la editora situó en el marcado en esos mismos meses de 1949, todas de primerísima factura: Rayo Kit, Zarpa de León y El Espadachín de Hierro. Nada más y nada menos que Iranzo, Ferrando y Manuel Gago, respectivamente. Y en medio este sucedáneo enmascarado que hizo aguas ya desde las propias hechuras físicas de la colección, planteada en formato bolsillo. Aunque quizás, la editora, consciente de las carencias de la serie, trató de minimizar sus vergüenzas reduciendo su visibilidad.

De lo que sí estamos seguros es de que la contratación de Luis Gago por Toray fue el precio que la editora tuvo que pagar por tener al otro Gago, a Don Manuel, trabajando para ella. Al final, ni uno ni otro, pues los dos tuvieron que volver al redil de la acaparadora Valenciana.




Portada y viñeta interior de los cuadernos núm. 7 y 15, respectivamente

viernes, 2 de marzo de 2018

TIMBO Y TAMBO / ZARZÁN (Codiar, 1950)


Editorial:  Codiar
Año:   c. 1950
Ejemplares:  3?
Dibujos:   Ayné
Guión:   Ayné
Tamaño:   7,5 x 16 cm.
Páginas:   10 + cubiertas
Precio:   60 cts.


Muchos de los datos extras que hoy conocemos del sector del tebeo, de las características de determinadas cabeceras, de los intríngulis y modo de hacer o actuar de esta o aquella editora, han sido posibles gracias al contenido de algunas contraportadas. En muchas ocasiones estos dorsos se han comportado como una especie de tablón de anuncios de la editorial, el espacio dedicado a conectar con el lector e informarle de las bondades de una colección concreta o de las novedades y próximos lanzamientos. También de los números publicados de una determinada serie: esas listas de títulos, desgranados ordenadamente, que hoy agradecemos con fervor cuantos nos dedicamos a desentrañar el enorme legado de nuestros tebeos.

En el caso de Codiar, editora sobre la hoy recae la más absoluta obscuridad en todo lo relacionado con su aparición, sus gestores, incluso su producción, aunque todo apunta que ésta no pasó de siete u ocho cuadernos en total, la información contenida en sus contraportadas supuso un paso más allá de lo habitual en el sector. Los cuadernos de Timbo y Tambo y los de Zarzán consultados utilizaron el dorso para lanzar una proclama cuanto menos atípica. De hecho, ninguna otra editorial había recurrido a una nota pública para advertir a distribuidores y repartidores que sólo se admitirían devoluciones de los cuadernos hasta una fecha determinada. Y que todo el material que llegara después de la medianoche del plazo marcado sería considerado como vendido en firme y no se atendería reclamación alguna. Una imposición más propia de una editorial poderosa que de una recién llegada, como era el caso de Codiar. La cosa no debió funcionar como la editora esperaba, y no tuvo más remedio que rectificar al vencimiento del plazo, reimprimiendo sobre el dorso un destacado texto que anulaba dicha imposición y dejaba el plazo de devolución en ilimitado. Todo un presagio de la tormenta que luego llegaría en forma de cierre de la editorial.

Constatar la firma de Ayné en todos los ejemplares de las tres colecciones que propuso Codiar, nos hace suponer que pudo tratarse de un proyecto personal del autor, o de alguien muy cercano. Un Ayné que se mostró aquí con un trazo más exquisito y limpio si cabe de lo habitual. De las tres cabeceras, una fue enmarcada en el segmento del cuento de hadas, Mariposa, de la que muy probablemente solo llegó a publicarse un ejemplar, aunque fueron anunciados cinco o seis títulos más. Y las otras dos se situaron en el plano humorístico: Zarzán y Timbo y Tambo.















Portada y página interior cuaderno núm. 2


La primera, un émulo de Tarzán y un clon en toda regla de otro personaje del autor que llevaba años editándose: Narizán (Ed. Marco). La única discrepancia entre ambos personajes es una pequeña variedad en la vestimenta. Mientras que en la colección de Marco el héroe vestía sólo un calzón corto, en esta, la editada por Codiar, el pantaloncito extendía una franja de la misma tela sobre el torso que llegaba hasta el hombro y bajaba por la espalda. Una especie de camiseta a medias que se unía con el pantalón. En ambos casos las vestimentas adornadas con lunares.

En el caso de Timbo y Tambo, los protagonistas son una pareja de detectives privados cándidos y bufos, fórmula muy del gusto del autor, que había recurrido a ella más de una vez.

Ambas colecciones de producción escuálida –apenas tres cuadernos en cada una de ellas--, en línea con el formato bolsillo en el que fueron presentadas. Todo un presagio.




















Portada y página interior cuaderno núm. 3