Editorial: Ediciones Imán
Año: c. 1945
Ejemplares: 1
Dibujos: Francisco Hidalgo
Guión: F. M. Hortas
Tamaño: 17 x 12 cm.
Precio: 0,75 ptas.
En una entrada anterior comentábamos la singularidad de Ediciones Imán,
editorial de mínima entidad gestora y más mínima aún suerte comercial. Este
tipo de editoriales respondieron habitualmente a un mismo perfil: ilusión y
osadía de un lado, y falta de experiencia y recursos en otro. Como suele
suceder en efervescencias así, pocas fueron las firmas amanecidas en la década
de los años cuarenta que lograron eludir el fracaso. Y menos aún la mencionada editorial, cuyo nivel de infortunio no tuvo parangón: cuatro cabeceras y ni una
logró ir mas allá del primer ejemplar. Todo un record sin parangón en el tebeo español.
Mas-Ley fue una de esas cuatro
cabeceras malditas; las otras llevaron por título Máscara Roja, El Soberano
del espacio y Gansters, aunque
puede que esta última no fuese un proyecto con ánimos de continuará, sino
un cuaderno monográfico al uso y costumbre de la época. En todo caso, tampoco
aquí se llegó a editar más de un cuaderno.
Editada en formato reducido (17 x 12 cm.) Más-Ley fue dispuesta con una foliación que alcanzó 18 páginas,
además de su correspondiente portada y dorso, aunque sólo ocho de ellas
correspondieron al personaje central. El resto de páginas se repartía entre una
aventura titulada Lucha a muerte en la
jungla y miscelánea varia.
Fue presentado por la editorial como “El
héroe deportista asombro de la policía americana”. No tanto por sus logros
deportivos, sino por las hazañas justicieras que protagonizaba. En esta su única
aventura Más-Ley es perseguido por la policía por culpa de un ladrón de bancos que se
hace pasar por él. Uno de esos
héroes de personalidad desdoblada que tanto abundaron luego en el tebeo
español.
Además del cuaderno abajo reproducido, Ediciones Imán anunció la aparición
de una segunda entrega (La
marca justiciera) que, al parecer, nunca llegó a ver la luz.
Un jovencísimo Francisco Hidalgo fue el encargado de dar vida gráfica a
este elegante justiciero urbano de sombrero y antifaz.
Portada e interior del cuaderno núm. 1
Un tebeo del que sabía, pero que nunca había visto, pura esencia de posguerra, en la que hidalgo y muestra su fascinación por el cine negro contemporáneo, me parece percibir...
ResponderEliminarPercibes bien, Pedro. Un Francisco Hidalgo que apenas había salido de la adolescencia (16 años) y que mostraba ya cierta querencia por el cine negro y una fugaz inspiración en el trazo de Raymond.
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