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jueves, 7 de marzo de 2013

EL HIJO DE LAS GALERAS (Garga, 1950)





Editorial: Garga
Año: 1950
Ejemplares:  16

Dibujos:  Manuel Gago 
Guión:  Pablo Gago
Tamaño:  24 x 17 cm.
Páginas:  14 + cubiertas
Precio:  1,50 pts.





El Hijo de las Galeras fue uno de los cuatro proyectos llevados a cabo por Manuel Gago dentro de la andadura editorial emprendida por el autor junto a su familia en la Editorial Garga. Los otros tres correspondieron a El Libertador, El Misterioso X y El Rey del Oeste; todos ellos de 1950.
El autor de El Guerrero del Antifaz contó aquí con la colaboración de su hermano Pablo en tareas guionísticas. Una historia de corsarios ingleses que recordaba a la reciente y abortada creación de Manuel Gago para Toray, El Espadachín de Hierro, y en la no faltó ninguno de los ingredientes característicos en el universo habitual del autor: un héroe justiciero experto en el manejo de los puños y la espada; un fiel y no menos valeroso escudero, al que apodan Matasiete; un odioso antagonista, tan forzudo como sanguinario, que respondía al nombre de Satanás –el protagonista lo despachará de una estocada en el último cuaderno con mensaje incluido: “Tu sitio está en el infierno”--; una bella dama, hija de un malvado conde, que bebe los vientos por el protagonista y sufre ante la negativa de su padre a que su amor prospere, etc.
Editorial Garga fue un viejo y anhelado proyecto de la familia Gago, que pudo llevarse a cabo después de que Valenciana se asegurase la continuidad del autor en los grandes éxitos de esta editora: El Guerrero del Antifaz y El Pequeño Luchador, principalmente, colecciones a las que pronto se uniría El Hombre de Piedra.
Manuel Gago era por ese tiempo una máquina de hacer tebeos como ninguna otra, un creador infatigable capaz de liquidar un cuadernillo en un par o tres de días. Pero, lamentablemente era una máquina humana y a pesar de las esperanzas puestas en Garga, y del mimo con el que se aplicó a las cabeceras anteriormente mencionadas, no le quedó otro remedio que rendirse al secuestro que sobre su vida laboral ejercía Valenciana. Esa imposibilidad para responder ante tanto frente abierto, unido a otros avatares, terminó con el cierre prematuro de Garga y la apertura de una nueva Editorial, la mítica Maga, donde Manuel Gago ejercería en principio un rol muy secundario, casi nulo, al menos en tareas ejecutoras.   

Cuaderno núm. 16

 Página interior cuaderno núm. 16

   

jueves, 28 de febrero de 2013

HERENCIA ACCIDENTADA (Maspar, 1947)


Editorial: Maspar
Año: 1947
Ejemplares:  4

Dibujos:   
Guión: 
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas
Precio:  1,50 y 1 pta.


La editoriales en general fueron consciente de la importancia del nombre en el posible éxito de una cabecera. Salvo excepciones, la elección nominativa de cualquier tebeo giró siempre en torno a un protagonista fijo. La figura de un héroe valeroso y justiciero, como eran los del tebeo, proyectaban habitualmente sueños miméticos; de ahí el hábito de situar el nombre del protagonista principal de manera prominente en la portada de la cabecera.
Hubo excepciones, porque en el tebeo español se dieron todas las fórmulas posibles, incluso las que hacían referencia a momentos épicos de la historia, a grandes batallas o gestas memorables. La viñeta era un espacio de acogida para todo tipo de relato, incluidos los dedicados a desgranar biografías de afamados personajes. Pero, como decimos, fueron pocos los ejemplos desposeídos de un héroe de ficción reconocible desde la portada.
Herencia Accidentada fue uno de ellos; uno de esos casos que hoy resultan incomprensibles desde cualquier punto de vista. ¿Podía una editorial presentar una colección sin hacer mención en la portada de los protagonistas? Parece que sí, como aquí se evidencia. Pero no deja de ser extravagante y contrario a toda lógica una decisión de ese tipo, a todas luces carente de cordura y visión comercial.
Los protagonistas del relato son los jóvenes herederos Juan y Toni, destinatarios de una enorme fortuna. Pero para tomar posesión de ella deben viajar hasta Chile. Un viaje que resultará de lo más excitante y accidentado; de ahí que la editorial –que por cierto era la primera colección que abordaba; también sería la última— decidiera designar la serie con el nombre del relato, apostando por una fórmula inexplorada en el tebeo autóctono.
No ha sido posible establecer una fecha de aparición, aunque nos inclinamos a pensar que fue editada con anterioridad a 1950. Su precio de salida (1,50 ptas.) puede inducir a situarla adentrada ya la década de los cincuenta. Pero en el segundo cuaderno Maspar (la editora) rebajó sus pretensiones, colocando un precio de portada de 1 pta., más acorde con nuestra estimación de su fecha de salida al mercado. También el dibujo delata cierto primitivismo, al igual que la composición y tipografías de los dorsos.
Tuvo una trayectoria de cuatro cuadernos. 

 Cuaderno núm. 1





Interior del cuaderno núm. 1

jueves, 21 de febrero de 2013

LAS GRANDES AVENTURAS (Marisal, 1942)







Editorial: Marisal
Año: 1942
Ejemplares:  16?
Dibujos:  López Rubio, Roso, Borné, Huete, Jeysa...
Guión:  Fidel Prado, Mayne Reid, Armando Galant...
Tamaño:  22 X 32 y 24 x 17 cm.
Páginas:  12 o 16 + cubiertas
Precio:  60 cts. y 1,75 pts.


Una de las primeras cabeceras de la editorial madrileña Marisal, editada en 1942 junto a otra colección de similares característica titulada Los Grandes Viajes Científicos analizada anteriormente aquí. Marisal inauguró su actividad hacia 1940, predominando en su inicio la novela popular en sus múltiples y recurridas variantes: policial, misterio, fantasía, drama, etc. Novelas, muchas de ellas, que tenían como portadista al famoso ilustrador y viñetista Adolfo López Rubio, conductor poco tiempo después de un renombrado estudio en el que se dieron cita multitud de inciertos creadores, algunos de ellos convertidos finalmente en famosos nombres del ámbito del tebeo.    

Fue de los primeros sellos en asomarse al cuaderno de posguerra. Su primera cabecera llevó por título Aventuras Extraordinarias de Pirulo y Mantecón y el Detective Jack-Moón (c. 1941), serie en clave humorística de la que hablaremos en fechas próximas.  


En alguna entrada anterior hemos comentado la apropiación por parte de algunas editoriales de la expresión  “Grandes Aventuras”, iniciada por Hispano Americana en sus primeros tebeos de posguerra. También aquí la editora madrileña extrajo de la barcelonesa el nombre de la presente cabecera, pero no así sus valores cualitativos. El carácter interior del Las Grandes Aventuras de Marisal careció del sentido evolutivo que el sector empezaba a mostrar, semejándose más a las insulsas páginas de los semanario de anteguerra que al tebeo moderno que iniciaba su asalto al quiosco. Era un interior desabrido en lo gráfico, sin bocadillos y con bloques de texto que competían en protagonismo con el dibujo. Era la consecuencia lógica de una apuesta por relatos de cierta entraña, escritos muchos de ellos por un recién llegado al medio que firmaba como Fidel Prado, uno de los grandes causantes de la impresionante expansión que tendría en nuestro país la novela de bolsillo en años venideros.

La serie contó asímismo con otra clase de guionistas, aunque esta vez involuntarios: autores de relatos universales como eran Emilio Salgari o Mayne Reid. También firmaron guiones algunos nombres inéditos en el medio que hoy siguen siendo una incógnita: Armando Galant y Ph. O. Selene. 

En 1940 Madrid era una plaza con poca experiencia en campo de la viñeta realista. Eso, unido a la bisoñez del sello Marisal, a su falta de conocimiento sectorial, dio como resultado una colección algo inmadura, carente de ritmo secuencial e incluso primitiva en algunos de sus cuadernos, a pesar de contar con un primera espada como López Rubio, por entonces más ilustrador que dibujante. Otros autores fueron Vicente Roso, Huete, Jeysa, etc., que aquí probaban suerte y futuro con la viñeta. Incluso es más que probable la participación de un primerizo José Lafdfont, al menos eso se desprende observando el supuesto cuaderno número uno, La Venganza del Jefe Amarillo, planteado en clave de western y cuya ejecución muestra cierta similitud plástica con el barroquismo característico del autor de Raj Cobra. 


Las Grandes Aventuras empezó mostrando un formato habitual, vertical, con dieciséis páginas y al precio de 60 cts. Pero el mercado en esos años exigía mayor sinergia con una promesa tan superlativa como la que pregonaba la cabecera, de ahí que en el cuaderno número nueve o diez, ampliara tamaño y formato en línea con los productos habituales de Hispano Americana.


Hacia el cuaderno Nº 15 Marisal intentó revitalizar la colección con una ejercicio promocional cuanto menos atípico en el tebeo español. Recurrir a la opinión del lector sobre los valores de una determinada serie no era algo habitual en un sector de clientelismo infantil. Marisal lo hizo, planteando una especie de encuesta a sus lectores sobre determinadas cuestiones, igual a las que hoy nos invaden desde los operadores de telefonía o las empresas de automóviles. Preguntas como ¿Te ha gustado esta aventura? ¿Qué te parece la portada? ¿Está bien dibujada? ¿Te gustan los colores que tiene? ¿Has encontrado bonitos los dibujos e ilustraciones? Cuestiones que hoy ponen de manifiesto que quizás no todas las editoriales improvisaban tanto como se ha dicho. Mucho ímpetu y poca reflexión es la creencia generalizada del sector editorial de primeros años del cuadernillo. Marisal en este caso demostró todo contrario. Aunque a tenor de la temprana clausura de la colección, los resultados de las encuestas no debieron servir de gran cosa. Al menos en esta aventura pionera que constituyó Las Grandes Aventuras.

Presumiblemente, dieciséis fueron al menos los ejemplares aparecidos, aunque es más que probable que la cifra sea superior; un par más, a lo sumo.  


Cuaderno núm. 1


 Página interior cuaderno núm. 1


viernes, 15 de febrero de 2013

HAZAÑAS DEL OESTE (Toray, 1951)







Editorial: Toray
Año: 1950
Ejemplares:  11
Dibujos:  Darnís, Longarón, Iranzo y Badía
Guión:  Falgueras, Nyes, J.B. Evans
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  14 + cubiertas
Precio:  1,50 pts.





El género del Oeste representaba en ese tiempo (1950) un filón inagotable. El cine de Hollywood había dejado atrás a sus famosos caballistas para presentar un escenario en el que tenían cabida todos los géneros: acción, drama, suspense…, incluso comedia; historias de gran madurez narrativa con títulos que empezaban a instalarse entre los más importantes de la historia del cine. Con todo, la épica del personaje solitario atravesando escenarios y horizontes crepusculares, acompañado de dos hermosos Colt y acechado por los indios o por los bandidos de turno, era la esencia más memorable del género. Pero también lo era el salón, el sheriff, el duelo, el rancho, el ferrocarril…
El cine puso de moda los relatos novelados… ¿O fue al contrario? En Estados Unidos sucedió al revés. Pero en el caso de España la eclosión de la novela de bolsillo fue consecuencia de todo ese universo icónico revelado por la pantalla; una tendencia que acabó siendo un fenómeno de masas de proporciones formidables. Y de ahí al cuadernillo todo fue coser y cantar, aunque los primeros años del tebeo se mostraron algo tibios con el western.

Cuaderno núm. 4
Dibujos de Darnís

En el caso de Toray, el primer intento llegó en 1949 de la mano del soberbio dibujante que fue García Iranzo a través de la cabecera Rayo Kit; un western caótico y coral, abigarrado de indios y beligerancias. Y sólo un año después, animada quizás por la extraordinaria acogida que había tenido Hazañas Bélicas, Toray decidía repetir Hazañas, ahora con el western como argumento. Nacía sí Hazañas del Oeste, coincidiendo con el tercer cuaderno de la segunda serie de Boixcar en cuyo dorso aparecía el siguiente texto: “Muy pronto aparecerán Hazañas del Oeste, una selección de narraciones gráficas que tienen como escenario el Oeste legendario, que causarán sensación por su contenido y cuidada presentación”  
Fue la primera colección de Toray en mostrar en la portada un tratamiento gráfico identificable; una composición en origen de fácil distinción en la que destacaba una franja vertical, colocada en la parte izquierda del cuaderno. Sobre ella podía ver la silueta de un personaje, normalmente un cowboy en poses características, aunque también figuró algún indio en actitud poco amistosa. Una franja como la que años más tarde utilizaría Bruguera en la Colección Dan en cabeceras como Vendaval y El Capitán Trueno, entre otras.
La colección expuso en general un trazo amable y exquisito, muy distinto de la deliciosa mordacidad de Rayo Kit. Formalidad a la que contribuyó el buen hacer de Darnís, autor de siete de los once cuadernos que formaron la colección. El resto correspondieron a Badía (1), Longarón (2) e Iranzo (1).
Por lo que respecta al guión, en el que se alternaron nombres como Falgueras, Nyes, J. B. Evars y algún otro nombre, destacar la llaneza de los relatos, su aparente simplicidad. Todos ellos de carácter conclusivo, con historias que incidían en los escenarios y personajes más característicos del western: un ganadero con dinero fresco envuelto en una partida de poker ruinosa, incluso para su vida; una caravana de irlandeses en busca de tierras fértiles en las que instalarse, sin sospechar que los indios ya estaban ahí; un gran jefe Comanche ofreciendo oro a cambio de rifles de repetición; un conflicto entre ganaderos con cientos de reses envenenadas; un niño blanco secuestrado por los indios y criado como uno más de ellos… Historias de cierta entraña dramática, resueltas la mayor parte de ellas no por un protagonista fijo, sino por héroes anónimos y abnegados. Para Hazañas del Oeste lo importante era la historia y su desenlace, no el héroe de turno que habitaba en cada uno de los guiones.   
La cabecera tuvo una nueva andadura en 1959, que mantuvo el tipo durante 44 cuadernos. Más 20 tomos (azules) y una extensión en novela gráfica de 244 entregas. 

Cuaderno núm. 1
Dibujos de Darnís


 Interior del cuaderno  núm. 7
Dibujos de Darnís 


jueves, 7 de febrero de 2013

HAZAÑAS DE GUERRA (De Haro - Selecciones Ilustradas, 1952)









Editorial: De HaroSelecciones Ilustradas
Año: 1952
Ejemplares:  2
Dibujos:  Toutain
Guión:  Toutain
Tamaño:  24 x 17 cm.
Páginas:  10 + cubiertas
Precio:  1,50 pts.



El descomunal éxito alcanzado por Hazañas Bélicas, la colección de Toray, provocó una respuesta mimética en cascada de todo el sector de la historieta. Las hazañas en general suponían a los ojos del lector el mayor valor diferencial de los cuadernos para jóvenes. Un tebeo que se preciara debía contar con la épica como inherencia esencial si deseaba alcanzar el éxito. Y las bélicas, para desespero de cuantos intentaron adentrarse en el género, fueron durante mucho tiempo patrimonio de la mencionada creación de Boixcar, con sus maravillosos melodramas cargados de humanidad y metralla.
Uno do los editores que lo intentó fue Joaquín De Haro, a través de la presente cabecera bautizada de manera astuta como Hazañas de Guerra. Pero ni el buen hacer de José Toutain (guión y dibujo) ni la excelencia técnica y gráfica de las portadas, ni tampoco la similitud del título con la colección de Toray, pudieron evitar su prematuro final. Sólo dos cuadernos. Si bien es verdad que la trayectoria editora de Joaquín De Haro estuvo plagada de impactantes y deliciosas creaciones que nunca alcanzaron excesivo recorrido, como sucedió por ejemplo con algunos de los títulos aparecidos en los tres sellos que dirigió (De Haro, Harpo y Hércules); tres sellos que esparcieron por los quioscos deliciosas creaciones: El Rayo Fantasma, El Capitán Cobra, El Diablo Negro, El Globo, El Lince, King Caribe, entre otras.

No era la primera vez que De Haro editaba una cabecera de contenido bélico. En 1947, adelantándose incluso a la colección de Boixcar y bajo el sello de Harpo, había experimentado en ese terreno con una creación titulada Ray London. También sin demasiado éxito.
Hazañas de Guerra tuvo en José Toutain a un autor de escasa experiencia –era la segunda cabecera que abordaba después de Víctor Denis (Toray, 1950)--, pero dotado de un personalísimo trazo iluminado por la magia de creadores como Miltan Caniff y Frank Robins, aunque mermado en cuanto a dinamismo y energía. Con el tiempo se convertiría uno de los nombres más encumbrados y controvertidos del sector: dibujante, guionista, editor e impulsor de la primera Agencia de intermediación entre autores y editores con la sana intención de proyectar la creación autóctona más allá de nuestras fronteras. De hecho, la presente cabecera, atribuida al sello De Haro, fue producida cuanto menos al amparo de la mencionada Agencia. Así figura al pié del reverso del primer cuaderno: “Es una producción de Selecciones Editoriales”. No aparece sin embargo la reseña De Haro, aunque todo hace suponer que este sello actuó como editor.
Los dos cuadernos publicados llevaron por título Sublime sacrificio e Invasión amarilla, cuaderno este último que fue anunciado con una alabanza al espíritu solidario de Estados Unidos: “Todas las naciones libres han luchado por el derecho a la paz y a la libertad; con este fin, hombres de todas las razas han perecido en tierras extrañas; pero ningún país como los Estados Unidos de Norteamérica ha prestado tanta colaboración para detener y contrarrestar a la invasión amarilla” Corría malos tiempos para la reputación de los japoneses. 

 Cuaderno núm. 1

Interior del cuaderno núm. 1