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viernes, 14 de diciembre de 2012

GRANDES AVENTURAS (Hesperia, 1944?)






Editorial: Hesperia
Año: 1944?
Ejemplares:  2?
Dibujos:  J. Pous
Guión: 
Tamaño:  24 x 17 cm.
Páginas:  16 + cubiertas 
Precio:  1 pta.


Cuaderno núm. 2

El modo de hacer de Hispano Americana se extendió a la mayor parte de las editoriales aparecidas en los años cuarenta. Un mimetismo que traspasó incluso el ámbito de los personajes o géneros. Así, la promesa “Grandes Aventuras” con la que H.A. englobó sus primeras series fue pirateada una y otra vez, como si se tratase de un marchamo inherente a cualquier tebeo que quisiera presumir de buenas dosis de aventura. 
La presente colección de Ediciones Hesperia fue un ejemplo de ello. Y a decir verdad no había mejor calificativo o promesa para hacer justicia a unas portadas que mostraban tal catálogo de ingredientes: selvas en llamas, ansiados tesoros, serpientes marinas, animales deformes, piratas incendiarios, etc.
Un guión trepidante y truculento, desarrollado en dos entregas, cuya introducción rezaba así. En los Mares del Sur el Capitán del “Veloz” manda anclar frente a una isla, al parecer desconocida, en donde se supone existe un gran tesoro del cual solamente el Capitán Santos y sus marinos tienen noticia. Deseosos de aprovecharse de dicho tesoro, se preparan a una aventura erizada de peligros y dificultades. La promesa de la introducción no iba a defraudar al lector.
Hesperia fue un sello aparecido hacia 1940 con orientación básicamente librera. En 1944 amplió su oferta y entró en la parcela del tebeo de aventuras, animada quizás por uno de los libros que acababa de publicar dedicado a David Livingtone en sus exploraciones Africanas.
La colección fue promocionada mediante un concurso titulado Don Alegrías, encabezado por un personaje risible --dibujado por un joven Ripoll--, que invitaba desde un cupón insertado en el tebeo a adivinar su edad. Hesperia también recurrió a la radio (Radio Badalona) en su estrategia comercial, con un programa semanal de una hora de alegría con chistes a granel y desde el que se promocionaban los productos de la editorial. 
Lo cierto es que este affaire con la viñeta que representó Grandes Aventuras duró bien poco; tan sólo los dos ejemplares de la presente colección. La editorial anunció un tercer número (El Misterio de los Atlantes) que al parecer nunca llegó al lector.
Portadas e interior fueron obra de J. Pous, dibujante bisoño, algo barroco y desconocido en adelante en la parcela del tebeo.  

Cuaderno núm. 1



Página interior del cuaderno núm. 1





sábado, 8 de diciembre de 2012

GENOVEVA DE BRABANTE (Marco, c. 1945)





Editorial: Marco
Año: 1947
Ejemplares:  1?
Dibujos:  Boix
Guión:  Basado en leyenda
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  16 + cubiertas 
Precio:  1,50 pts.





Durante muchos años Emilio Boix fue el gran bastión de Marco, el autor todoterreno donde se sustentaron gran parte de los éxitos de esta histórica editorial. Todo lo hacia bien: humor, hadas, aventura… Fue el comodín de la casa, un autor polivalente como pocos en la historia del tebeo autóctono.
Y Marco era una editorial que parecía estar hecha a su medida. O quizás fue al revés. No es fácil delimitar quién formó a quién. El caso es que constituyeron una pareja perfecta hasta bien entrados los años cincuenta. Una unión como ninguna otra, salvo la que, forzosamente, estableció Gago con Valenciana.
Genoveva de Brabante fue una de esas colaboraciones atípicas, pues no se enmarcaba dentro del espacio habitual de autor, que era el humor, como todos saben (para quien no lo sepa, ahí van tres referencias: Hipo, Monito y Fifi; Cartapacio y Seguidilla y Pirulo y Tontolote). Tampoco era un cuento de hadas o una narración romántica. Ni siquiera una aventura como las que Boix había aportado a principios de los años cuarenta en el despertar de Marco al cuadernillo. Cierta truculencia sí poseía, como pueden observar en la portada. Pero poco tuvo que ver con una colección típicamente aventurera, como había sido por ejemplo El Capitán Enigma uno o dos años antes. Aunque bien mirado, el enmascarado espada en mano de la portada tampoco difería mucho de la iconografía portadista de la esta última colección.
Genoveva de Brabante estuvo basada en la célebre leyenda medieval. Quizás Marco pretendía con ello inaugurar una nueva serie situada en la fábula universal, en asuntos de historia y leyenda. O quizás fue sólo un monográfico, sin mayor objetivo continuista.
La falta de una cabecera fija, de un nombre genérico, invita a pensar más en lo segundo. Tal vez la editorial trataba de aprovechar el reciente estreno en nuestro país de la película del mismo título: una producción italiana de 1947, dirigida por Primo Zeglio, que narraba las desventuras de Genoveva, esposa del Conde Sigfrido, acusada de adulterio y obligada a vivir en una cueva con su hijo recién nacido.
El tebeo contaba la historia con máximo realismo y detalle, en un ejercicio gráfico de Boix de gran esmero. Pero lo del adulterio se quedó en una deslealtad marital a secas; las cosas en el tebeo no estaban para muchos amancebamientos.  


Cuaderno núm. 1


Página interior

domingo, 2 de diciembre de 2012

FREDY (Ibero Americanas, 1948)

Editorial: Ibero Americanas
Año: 1948
Ejemplares:  2
Dibujos:  F. White (Federico Blanco)
Guión: 
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1,25 pts.




Fredy formó parte del catálogo de colecciones de la editorial Ibero Americanas abortadas prematuramente, que fueron la mayoría para desencanto de una editorial que mereció mejor suerte. En este caso la cabecera sólo pudo avanzar hasta la segunda entrega, a pesar del “Gran éxito” anunciado por la editora en el dorso de su segundo cuaderno.

Claro que también presentó a Fredy como “Un pequeño Bufalo Bill”. Y quizás tenía razón en cuanto a lo de pequeño. Pero lo de equipararlo con William Frederick Cody, como que no era muy creíble, como pueden observar en la portada abajo reproducida. La estampa de Fredy se podía catalogar de casi todo, grumete, leñador, campesino, incluso calzonazos –en el sentido visual--, al menos por la estampa mostrada en las dos portadas de la colección. En todo caso Fredy no ofrecía un aspecto muy aspiracional que digamos, más bien todo lo contrario. Quizás por eso, editorial y autor, suponemos, decidieron dar un giro a la imagen del jovenzuelo en el segundo cuaderno. De una viñeta a otra Fredy perdió sus ridículos bombachos, y empezó a mostrar  una vestimenta más acorde con el valeroso joven que parecía ser.
Este comentario no implica crítica alguna hacia su responsable gráfico, al menos en cuanto al valor cualitativo del mismo. F. B. White (Federico Blanco) se mostró aquí como un excelente dibujante, con una realización delicada, limpia, garbosa y rítmica. Quizás algo mermada en cuanto a fuerza visual, debido al tratamiento excesivamente  generalista de los planos. Pero preciosista, sin duda. Lástima de las portadas, que no estuvieron a la altura. 
Federico Blanco firmó sus colaboraciones bajo distintos seudónimos, Blanco, Rebeca, F. B. White, etc. Sus primeros cuadernos pudieron verse en series como Diamante Negro, Selección Aventurera e Infantil de las Grandes Aventuras. Por ese tiempo también se hizo cargo, esta vez en solitario, de la colección de Editorial Losada, Thomas King (1945). Luego vendría la presente colaboración con Ibero Americanas y muy poquito más.  Pero sin duda fue un esmerado y primoroso autor. 

Cuaderno núm. 2


 Página interior cuaderno núm. 2



miércoles, 28 de noviembre de 2012

FRANK ROSS (Fantasio, 1947)





Editorial: Fantasio
Año: 1947
Ejemplares:  4
Dibujos:  A. Parras
Guión:  A. Parras
Tamaño:  24 x 16,5 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1 pta.






Ediciones Fantasio fue una pequeña editorial que apenas había tenido tiempo de aclimatarse al sector cuando se vio obligada a echar el telón: tan sólo dos años de vida en un segmento en el que para competir, además de poner los medios adecuados, había que tener suerte. Y Fantasio no la tuvo. Entre otras cosas porque su política de ediciones –si se puede llamar a así a las iniciativas editoriales de aquellos años--, no entroncó con lo que el lector demandaba. La competencia era dura; ahí estaban los héroes del comic USA de Hispano Americana; o los Robertos y Guerreros de Valenciana, por citar a las dos editoriales de mayor éxito en esa década de los años cuarenta.
Pero Fantasio tuvo el mérito de intentarlo, de buscar un hueco en el mercado sin mayor experiencia y sin mayor criterio selectivo que el que ofrecía la incipiente industria del tebeo, que era mas bien poco. De ahí que en su caterva de dibujantes y guionistas predominara la pubertad. Quizás su mayor logro sea el de haber dado la alternativa a un futuro genio de la viñeta, nuestro admirado y, para quien esto escribe, padre y madre de El Capitán Trueno. No, no me refiero a Victor Mora, que no digo yo que no tenga su mérito, sino al incomparable Miguel Ambrosio Zaragoza (Ambrós, para los amigos) y de quien me sentiré siempre en deuda.
Frank Ross fue una de las diez o doce cabeceras que la editorial alcanzó a publicar. Una serie en la que debutaba un jovencísimo Antonio Parras (18 años), quien aquí manifestaba sus primeros ardores por el género presagiando un brillante futuro. Con un dibujo influenciado por Alex Raymond en el que la figura humana sobresalía del resto de elementos. Estos mostraban unas hechuras esquematizadas, de puro acompañamiento, dispuestos de tal modo que propiciaran el enaltecimiento de las figuras en cada viñeta. Deliciosa la portada del cuaderno núm. 2 aquí reproducida, en la que destaca un exquisito encuadre, así como el tratamiento en sombras del rostro del personaje.
Ross es un Agente Secreto americano inmerso en la tarea de investigar el paradero de unas fórmulas desaparecidas. En su búsqueda conoce a una joven de la que se enamora, sin sospechar que es la sobrina del ladrón al que busca. O sea, nada que el lector de entonces no hubiera visto en otras cabeceras. Puro tebeo autóctono a 1 Pta. la dosis, que aquí no pasaron de cuatro.  
Cuaderno núm. 2

 Página interior del cuaderno núm. 2

jueves, 22 de noviembre de 2012

FLECHA NEGRA (Toray, 1949)






Editorial: Toray
Año: 1949
Ejemplares:  23
Dibujos:  Boixcar
Guión:  Boixcar
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  14 + cubiertas 
Precio:  1,50 pts.






La historia comienza como un clásico cuento de hadas. Dos castillos, dos linajes, un Conde y un Barón como monarcas de cada uno de ellos.
El Conde Gilberto de Courtney, viudo por más señas, vivía feliz en su castillo de Hamshireblood, junto a su hermosa hija Annelora. Del otro lado un Barón, amo y señor del Castillo de Firestop y padre del joven y aguerrido Sergio. Conde y Barón arden en deseos de unir en matrimonio a sus respectivos hijos. La pareja posee también el mismo anhelo. Pero el cuento de hadas se acaba cuando Ricardo Corazón de León llama a filas a ambos nobles para que engrosen su tercera cruzada. La ausencia de ambos soberanos generará altas traiciones, cautiverios y crímenes que afectarán de forma directa a los jóvenes casamenteros. Parientes despechados y hombres de confianza encabezan una rebelión que obliga a Sergio y Annerola a huir para salvar sus vidas. Una vez ambos jóvenes fuera del castillo, Sergio clava sobre la puerta de entrada una misteriosa flecha negra. Una sombra de venganza se extenderá sobre los traidores.
Cuaderno núm. 18

Tercera de las colaboraciones de Boixcar con Ediciones Toray, tras las excelentes La Vuelta al Mundo de dos Muchachos y Hazañas Bélicas 1ª serie, ambas de 1948. El autor, que había iniciado su andadura unos años atrás en Marco, era ya un maestro de la narrativa gráfica, una de las grandes firmas del tebeo autóctono. Con un trazo limpio, dinámico, elegante, armonioso…, Boixcar era toda una garantía de buen hacer, como quedaría demostrado en este relato, cuyo guión recordaba, aunque de forma lejana, a la genial novela de Stevenson La Flecha Negra.
Flecha Negra constituyó la mayor evolución formal de Boixcar hacia la estilización de los personajes; como si con ello estuviera homenajeando al maestro Emilio Freixas y al no menos experto Manuel Gago. Personajes de gran envergadura corporal, con largas extremidades y cabezas menguadas respecto al resto del cuerpo. 
La colección tuvo un recorrido de 23 ejemplares, en línea con la mayor parte de las cabeceras de la editorial en esos años, aunque el autor retomaría de inmediato el relato de acción, espada en mano, con El Hijo del Diablo de los Mares, otra de sus obras maestras.  
Flecha Negra contó con una segunda edición un año después, pero esta vez en tomos recopilatorios. Ocho álbumes en total.  
Cuaderno núm. 1


Página interior cuaderno núm. 18






viernes, 16 de noviembre de 2012

EL FANTASMA (Ibero Americanas, 1947)


Editorial: Ibero Americanas
Año: 1947
Ejemplares:  2
Dibujos:  A. Biosca y Ballarry
Guión: 
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1 pta.


En 1947, año de la presente colección, los enmascarados del tebeo español eran ya una indigestión. No había editorial que se preciase que no tuviera o hubiese tenido en su catálogo a uno o varios héroes de rostro oculto. Publicaciones Ibero Americanas, una recién llegada al espacio del tebeo, no iba a ser menos y de inmediato puso en liza este clon de la afamada serie de Bruguera El Hombre de la Estrella; colección ésta que al parecer se había adelantado en los quioscos unos cuantos meses.
Las dos cabeceras contaron con un mismo precio de portada, pero la dibujada por Borné albergaba dieciséis páginas interiores, frente a las diez de la presente colección --diferencia quizás reveladora de la primacía en el tiempo de la colección de Bruguera--. Asimismo, un año atrás, El Fantasma había tenido un precedente con idéntico nombre --también en el sello Bruguera-- dentro de la colección Viajes y Aventuras.
Observando las dos colecciones, quedan pocas dudas de la influencia ejercida por la colección de Bruguera sobre la de Ibero Americanas. Un calco en toda regla, al menos en cuanto a proyección física del personaje se refiere.
En la parcela gráfica, El Fantasma tuvo doble autoría. El estreno fue para el jovencísimo A. Biosca, que daba aquí sus primeros pasos en el sector y que poco podía imaginar que poco tiempo más tarde tendría el honor de relevar al gran Ambrós en algunas series de Chispita
A pesar de sus carencias, Biosca fue una de las firmas habituales de Ibero Americanas en el tiempo en que este sello se dedicó al tebeo, que apenas llegó a dos años. La segunda entrega correspondió a Ballarry, un autor de esos que llegaron tal como desaparecieron: en un plis-plas. 



Cuaderno núm. 1




 Página interior del cuaderno núm. 1

domingo, 11 de noviembre de 2012

LOS EXPLORADORES DEL UNIVERSO (Valenciana, 1951)


Editorial: Valenciana
Año: 1951
Ejemplares:  18
Dibujos:  Miguel Quesada
Guión:  Pedro Quesada
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1,25 pts.







Según refiere Pedro Porcel en alguno de sus documentados escritos, el primer ejemplar de la presente colección fue presentado por Miguel Quesada a Valenciana en 1948. Al parecer la editorial dio el visto bueno al serial pero guardó los originales en un cajón --entre los que quizás también figuraban los del segundo cuaderno-- hasta encontrarle acomodo en su planning editor. Cosa que sucedería tres años más tarde, en 1951. Lo cierto es que observando hoy la colección, las diferencias entre este primer cuaderno y la mayor parte del resto de la serie son más que evidentes. 

Miguel Quesada fue uno de los autores que menos tiempo necesitó en su mutación de aspirante a maestro de la viñeta una vez alcanzada la mayoría de edad. Hay que recordar que sólo había cumplido trece años cuando tomó las riendas de su primer trabajo, La Pandilla de los siete. En la presente cabecera eran quince o dieciocho años los que tenía, según se mire. De ahí que sea fácil distinguir ella la estela de su cuñado Manuel Gago y, quizás, cierta influencia del maestro Raymond. 
La Ciencia Ficción venía siendo asunto recurrente en el tebeo autóctono desde la siembra que había llevado a cabo Flash Gordon. Aunque, eso sí, con mucha mas ficción que ciencia, ya que la mayor parte de los guiones de temas espaciales apenas diferían de los asuntos mundanos del resto de tebeos. Mucho profesor sabio, mucho cohete, mucho marciano y mucho monstruo, pero de ciencia poca. Algo lógico, por otra parte, pues aún no eran demasiadas las fuentes en las que beber, salvo las que ofrecía la gran pantalla.   

Cuaderno núm. 14


La colección representa la cuarta incursión de Valenciana en la Ciencia Ficción, después de Barton, el Gladiador del Espacio, El Vengador del Mundo y Barney Baxter, esta última de autoría foránea. La trama se inicia con los preparativos de un viaje espacial programado por el Coronel Daniel Borwn y el Teniente Alan Baur. El viaje, cuyo destino es un asteroide llamado Flora que se encuentra supuestamente habitado, tiene como misión la localización del doctor Lew Colman y su hija Laura. Padre e hija habían partido un año atrás con el mismo destino, sin que hasta la fecha se tengan noticias de ellos. Una banda de sicarios tratará de torpedear el viaje, poniendo en riesgo la vida de los dos futuros exploradores del espacio.
La imaginación del mayor de los Quesada, Pedro, era desbordante desde la primera entrega. Una nave que aterriza en un lago de goma líquida habitado por vampiros gigantes y serpientes antidiluvianas de aliento venenoso; cañones de rayos de luz opaca y cegadora; hombres alados con cuerpo de goma invulnerable; una ciudad futurista a lo Metrópolis. Y mucho, mucho más.
La colección alcanzó dieciocho cuadernos, en los que Quesada pasó como un rayo de aprendiz a maestro.    

Cuaderno núm. 2 


Página interior del cuaderno núm. 14

martes, 6 de noviembre de 2012

ERIC, EL HOMBRE DEL NORTE (Hispano Americana, 1952)






Editorial: Hispano Americana
Año: 1952
Ejemplares:  37
Dibujos:  Hans G. Kreese
Guión:  Hans G. Kreese
Tamaño:  11 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1 pta.




Hispano Americana fue sin lugar a dudas la editora de mayor inquietud sectorial en el campo del cuadernillo. Si en su inicio habían predominado las creaciones de cómic USA, aderezadas con algún que otro personaje del fumetti italiano, incluso de cosecha patria, ya en sus años de consolidación siguió tratando de hurgar en otros mercados en una búsqueda constante de alternativas que posibilitaran el éxito comercial. Una de ellas fue la del este personaje de procedencia belga que había aparecido en la prensa del aquel país en 1946. El éxito cosechado por Erik de Noorman --así fue denominado en de origen--, desembocaría en 1948 en una publicación dedicada por entero a su figura.
El héroe, un guerrero vikingo noble y justiciero, era el mismísimo rey de Suecia. Una especie de Príncipe Valiente al que acecharon multitud de peligros y traiciones fuera y dentro de su reino. Todo ello en un contexto plagado de fantasía y al mismo tiempo de referentes históricos, algo esto último que elevó el valor de la serie.
Hispano americana se vio obligada a respetar más que nunca la disposición gráfica original de esta creación que, como decíamos, había aparecido en la prensa con una disposición de viñetas alineadas en una solo tira, con total ausencia de bocadillos, y con extensos textos al pié narrados con todo lujo de detalles, como si de una novela se tratara.
La edición de Hispano Americana fue diseñada en un formato de cuaderno desconocido hasta fecha, ajustado a las característica de la narración original; una especie del formato de bolsillo pero a lo grande. Logró alcanzar un total de treinta y siete ejemplares.
Eric el Hombre del Norte fue el título elegido aquí en España, aunque quizás lo más racional hubiese sido denominarla Eric el Vikingo, que era en definitiva la traducción más literal.
Su autor fue el holandés Hans G. Kreese (Ámsterdam, 1921), quien con anterioridad había conseguido cierta relevancia artística en el campo nos ocupa, aunque su mayor logro profesional lo conseguiría con este elegante vikingo. 

 Portada del cuaderno núm. 32



 Página interior del cuaderno núm. 32


miércoles, 31 de octubre de 2012

EL ENCAPUCHADO (Cliper, 1950)




Editorial: Cliper
Año: 1950
Ejemplares:  27
Dibujos:  Jesús y Adriano Blasco
Guión:  López Hipkiss
Tamaño:  15 x 21 cm.
Páginas:  8 + portada 
Precio:  1,25 ptas.




Serial de veintisiete cuadernos editado por Cliper en 1950 y protagonizado por un justiciero de rostro encubierto que camuflaba su verdadera personalidad.
El origen de este liberal de la justicia se remontaba varios años atrás. Concretamente a 1946. Con anterioridad su creador, Guillermo López Hipkiss, bajo seudónimo de Jonh Swindon, lo había esbozado en una entrega de la Colección Misterio (Cliper, 1943). Aunque este primer Encapuchado no fue precisamente un dechado de justicia, sino un malhechor en toda regla.
El auténtico, el que nos interesa tratar aquí, es el que dio nombre a la colección de novelas de Cliper en 1946. Sesenta y dos entregas, más una edición en formato bolsillo, que hizo de este personaje uno de los más emblemáticos de la cultura popular autóctona.
El asturiano López Hipkiss diseñó un personaje, vecino de Baltimore (USA) y millonario, que vivía la vida plácidamente sin mayor turbación que la de su propio aburrimiento. Hasta que un día es rescatado por una misteriosa dama enmascarada de las garras de un par de delincuentes cargados de malas intenciones. Desde ese momento tratará de imitar la buena acción de la que sido objeto. Pero eso sí, sin que nadie pueda identificarle. Nacía así El Encapuchado, para desdicha de maleantes y dicha de la legión de seguidores que vendrían a continuación.
Dibujo original de la portada núm. 10 de la colección  
de novelas editada por Cliper en 1946. 
Creación de Moreno

Cliper arropó las portadas de las novelas con el arte de ilustradores como Francisco Batet, Tomás Porto y Moreno. Y el resultado fue excelente, plástico y bello. En el interior también contó con alguno de los grandes del tebeo, como fue el caso de Francisco Darnís, autor de muchas de las ilustraciones pluma como la que figura debajo de estas líneas.
Dibujo original de Darnís perteneciente al interior 
de una de las novelas

El éxito del personaje propició que la editora lo extendiera al terreno de la viñeta, pasando a formar parte del contenido habitual de la revista El Coyote durante veintisiete cuadernos, a razón de dos páginas por cuaderno. La primera entrega se produjo en el número 6; la última en el 33. Jesús y Adriano Blasco fueron los encargados de plasmar en viñetas los nuevos guiones, elaborados supuestamente por Hipkiss para la ocasión; una paternidad compartida, según nos ha referido el experto en estos asuntos J. M. Delhom, que tuvo a Adriano en el lápiz y a Jesús en el acabado a tinta. De manera brillante, los dos hermanos abordaron la puesta en escena con un estilo elegante, de gran personalidad, con encuadres y perspectivas de enorme expresividad, y con una atmósfera tan cargada de claroscuros como necesaria en un tebeo del género negro como es El Encapuchado.
Una vez concluida la andadura del personaje en la revista, Cliper decidió reunir todo el material en una colección de cuadernos para deleite de unos y otros: los que ya le conocían y los que aún no habían tenido ocasión de hacerlo. Veintisiete cuadernos en los que Jesús Blasco, y no Adriano como indica la firma que aparece en portada, hizo de gala de exquisita plasticidad. Esplendorosas todas ellas. 

 Portada del cuaderno núm. 9



Página interior del cuaderno núm. 19