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sábado, 5 de enero de 2013

LOS GRANDES VIAJES CIENTÍFICOS (Marisal, 1942)







Editorial: Marisal
Año: 1942
Ejemplares:  4?
Dibujos:  López Rubio, A. Leal...
Guión:  Fidel Prado, Mayne Reid...
Tamaño:  24 x 17 cm.
Páginas:  12 o 16 + cubiertas
Precio:  60 cts.

Cuaderno núm. 3


En alguna entrada anterior hemos comentado la precocidad de Marisal en su apuesta por el cuadernillo. Este sello madrileño inauguró su actividad hacia 1940, predominando en su inicio la novela popular en sus múltiples y recurridas variantes: policial, misterio, fantasía, drama, etc. Novelas, muchas de ellas, que tenían como portadista al posteriormente famoso ilustrador y viñetista Adolfo López Rubio, conductor años más tarde de un renombrado estudio donde se dieron cita multitud de nombres que luego serían famosos en el ámbito del tebeo.
Los Grandes Viajes Científicos (1942) formó parte de una ambiciosa doble apuesta de Marisal por el cuaderno de gráfica realista –es un decir--, después de un intento fallido uno o dos años antes con la serie de humor Aventuras Extraordinarias de Pirulo y Mantecón y el Detective Jack-Moón. Una apuesta dual, como decimos, por cabeceras de entraña aventurera: la ya comentada en una entrada anterior Las Grandes Aventuras (1942) y la presente, que proponía un plus con la promesa de la ciencia. La editorial la anunció así: Esta maravillosa colección de aventuras extraordinarias será la más amena, más instructiva y más emocionante de las de este género. Inspirándose en las grandes obras maestras, recogiendo las atrevidas teorías de los más exaltados inventores, cuya realidad ha cristalizado en hechos positivos, hemos podido plasmar gráfica y literariamente episodios llenos de emoción y enseñanza.
Emoción y enseñanza, puede. Pero lo que dice ciencia, hubo poca. Los guiones provenían de novelas de cierta boga, adaptadas para el tebeo por, entre otros, un joven Fidel Prado, quien más tarde devendría en prolífico autor de la novelística popular española. Los títulos planteaban pocas dudas sobre el carácter aventurero o viajero de la serie. Vean si no: Viaje al Polo Norte, En Busca de las fuentes del Nilo, Los náufragos de la Floresta, En las entrañas de la tierra, etc. Expediciones exploratorias cuya acometida no precisaba tanto de la ciencia como del arrojo y la valentía de los hombres que las encabezaban. Aunque para un niño de los años cuarenta ese tipo de empresas era como viajar a la luna.     
Al igual que su compañera de quiosco, la colección adoleció interiormente del sentido evolutivo que el sector empezaba a mostrar, asemejándose más a las insulsas páginas de los semanario de anteguerra que al tebeo moderno. Con una puesta en viñetas poco resuelta, sin bocadillos y con bloques de texto que competían en protagonismo con el dibujo, consecuencia lógica de una apuesta por relatos de cierta enjundia narrativa. La parte positiva radicó en las portadas, deliciosas en su mayoría.
Ambas colecciones contaron con los mismos mimbres, tanto en la parcela del guión como del dibujo, con alguna excepción. Aunque en esta ocasión fueron menos las firmas participantes debido al escaso recorrido comercial de la serie, que en mi opinión no pasó de cuatro entregas. Se anunciaron dos títulos más, pero me temo que nunca llegaron a ver la luz.
En lo personal reconocer que la colección posee un ingrediente muy agradable, como es la participación gráfica en alguno de los cuadernos de López Réiz. Autor de clara vocación cinematográfica que se había formado junto a Enrique Herreros en el departamento de publicidad de la productora y distribuidora cinematográfica Filmófono entre finales de los años treinta y principios de los cuarenta. Dejó una importante obra cartelística, principalmente en producciones Paramount. A la derecha pueden ver uno de sus trabajos para esta productora correspondiente a la película El Cuervo (This gun for hire. USA, 1942)


Cuaderno núm. 2
Portada e interior de López Réiz