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viernes, 18 de enero de 2013

EL INSPECTOR DAN (Bruguera, 1951)



Editorial: Bruguera
Año: 1951
Ejemplares:  71
Dibujos:  Giner, Alférez, Macabich, Hidalgo, Oliver, Vivas
Guión:  R. González, F. González Ledesma, V. Mora
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas
Precio:  1,25 pts


Francisco Giner fue sin duda una de las piezas clave en el nuevo amanecer de la revista Pulgarcito a principios de 1947La recompuesta revista se presentó en el mercado bajo la dirección artística y literaria Rafael González, uno de los personajes más influyentes en la eclosión definitiva de Bruguera y en la modernización de la historieta española. El hombre que logró aglutinar a un grupo de creadores y personajes irrepetibles.

Según el historiador y catalogador José María Delhom –con quien he cambiado impresiones recientemente sobre el personaje--, el primer cuaderno de lo que se ha dado en llamar Pulgarcito 5ª época hizo su aparición hacia el 10 enero de 1947. La convicción de Delhom no solo se sustenta en un análisis exhaustivo de cuadernos y fechas, sino que está avalada, según afirma, por el propio Rafael González en una entrevista que ambos mantuvieron.
Ese primer cuaderno de Pulgarcito insertaba la primera entrega del Inspector Dan y la patrulla volante, como fue designado el serial en un principio –más tarde el término patrulla fue cambiado por el de brigada--, en una aventura titulada El Monstruo de las tinieblas. Con Eugeni Giner y el propio Rafael González compartiendo autoría, dibujo y guión, respectivamente.
Al contrario de lo que sucedía con la mayor parte de los protagonistas del tebeo, el personaje apareció en escena sin mayor presentación de credenciales, sin una causa que justificara su vocación policial o justiciera. Era simplemente un Inspector de policía, ya curtido en mil batallas, que de pronto irrumpía en la viñeta con un nuevo caso que resolver: el de un monstruo asesino que acaba de dar muerte a su quinta víctima en una callejuela del Soho londinense. Dan ingenia un plan para atraparle que necesita de la ayuda de una mujer, momento en el que entra en acción la elegante y valerosa Stella Dee, miembro de la sección femenina de Scotland Yard y a la que el futuro le iba deparar un emparejamiento amoroso con el protagonista –menudo juego proporcionó a la serie la tal Stella--. El plan dará resultado y el terrorífico personaje, en su lucha cuerpo a cuerpo con Dan, acaba desapareciendo bajo las aguas del Támesis. ¿Un prematuro desenlace? Parecía que sí, pero era que no. Ya se encargaba el texto del epílogo de sembrar la duda entre los lectores. Una práctica habitual en la mayoría de entregas que vinieron a continuación. Finales inciertos y angustioso, incitando al consumo de nuevos capítulos.
Dan no fue un policía más de los muchos que habitaban o habían habitado el tebeo español. Era de carne y hueso, un héroe humanizado en extremo como antes ningún otro. Y además sus hazañas discurrían en Londres, con todo ese sabor gótico que la ciudad desprendía por ese entonces. Con sus brumas y callejones; con espectros fantasmales y sanguinarios destripadores; con su atmósfera lóbrega y asfixiante.
Página inicial de El Inspector Dan
aparecida en el núm. 1 de Pulgarcito (1947)


Todo ese ambiente de espacio y personajes tuvo la suerte de caer en las manos de Eugeni Giner, quien imprimió al dibujo una personalidad tan exquisita como inquietante; un estilo que recordaba al mejor cine negro, aderezado aquí con un plus de terror. Un trazo de gran expresividad, con el espanto acechando en cada viñeta, constante. Una puesta en escena inquietante y aterradora, narrada con mano maestra en cuanto a ritmo y encuadres. Con esa mueca tan característica de los personajes, como si estos estuvieran siempre con el susto en el cuerpo y al borde del infarto.  
En esta inicial aparición en el núm. 1 de Pulgarcito, El Inspector Dan contó con la  compañía de Don Sandalio (Nadal), El Reporter Tribulete (Cifre), La Familia Pepe (Iranzo), Don Furcio Buscabollos (Cifré) y Silver Roy (Bosch Penalva) y otras variopintas secciones. Y durante varios centenares de números su presencia en la revista fue inamovible, dando la bienvenida a toda la maravillosa caterva de personajes que fueron incorporándose a las páginas del semanario más audaz e irreverente de la historieta española.
Giner firmaba y fechaba su primera plancha en septiembre de 1946. Pero dejemos ahí este asunto de la fecha de Pulgarcito 5ª época que ya tendremos ocasión de tratarlo cuando corresponda.
El éxito del personaje se extendió también a las páginas de otra deliciosa revista de la casa: El Campeón (1948), que no tuvo tanta suerte comercial como su contenido merecía. Así que Dan y sus lectores tuvieron que conformarse de nuevo con las páginas de Pulgarcito. Pero por poco tiempo. El personaje podía ofrecer mayor rédito editorial, mayor recorrido comercial. Y Bruguera no tardó en idear una extensión de sus aventuras al cuadernillo, que llegaría en 1951. Pero antes la editorial tuvo que convencer a Giner de ello, ya que éste no estaba por la labor de abordar todo el trabajo que se le venía encima.


Dibujo original inédito de Eugenio Giner
para la portada del cuaderno núm. 36

Finalmente aceptó hacerse cargo de todas las portadas, aunque muy al final incumpliera su promesa, dejando de dibujar las tres últimas (cuadernos núm. 70, 71 y 72), que recayeron sobre julio Vivas, un autor versado en el género policial como había demostrado en Alan Duff (Marco, 1952). Por el camino también se ausentó en otros dos cuadernos, los números 39 y 48, que correspondieron a Macabich. 
Giner también dibujaría el interior del primer cuaderno, no era cosa de defraudar a los seguidores de uno y otro (autor y personaje) desde el primer momento. Su firma estuvo asimismo presente en algunos interiores de la primera mitad de la colección, pero esporádicamente, a modo de salpicaduras. El resto de cuadernos corrió a cargo de dibujantes como Pedro Alférez, Macabich, Hidalgo, Oliver y Julio Vivas. Especialmente brillante el trabajo de Alférez, manteniendo la personalidad labrada por Giner.
La colección tuvo un recorrido de 72 cuadernos, aunque en realidad sólo fueron publicados 71: el número 40 no llegó a salir. En la parcela del guión se alternaron Rafael Gonzalez, Francisco Gonzalez Ledesma y Víctor Mora, gente de campeonato para un personaje que merecía todos los mimos. 
Viendo algunos títulos, uno no sabe si los posibles consumidores acudían de inmediato al quiosco o salía corriendo presos del espanto. Vean: Muñecos sangrientos, La visita del espectro, La venganza del muerto, La casona del terror, El club de los muertos, El resucitado, etc. 

Portada del cuaderno núm. 25


Página interior del cuadernillo núm. 13
Dibujos de Giner