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viernes, 23 de mayo de 2014

EL JINETE DEL DIABLO / EL JINETE SALVADOR (Lerso, 1946)


Editorial: Lerso
Año: 1946
Ejemplares:  14?

Dibujos:  V. Peris y Karpa
Guión: J. L. Sellés
Tamaño:  17 x 24 y 16 x 22 cm.
Páginas:  16 y 10 + Cubierta
Precio:  1 y 0,60 pta.


El Jinete del Diablo, título elegido por editorial Lerso para señalar a la presente colección, parecía tomado del cine de cowboys o caballistas, tan popular en décadas anteriores y también en ese tiempo. De hecho, en los años veinte y treinta, fueron varios los films que utilizaron el término jinete en su composición: El Jinete Vengador (1919), El Jinete Rojo (1925), El Jinete Misterioso (1927), El Jinete Huracán (1931), El Jinete Relámpago (1933), El Jinete Alado (1935)…, incluso El Jinete Diabólico (1925), entre otros. Cintas protagonizadas por afamados actores del género: Tom Mix, Ken Maynard, Harry Carey, etc.
Hacía ya varios años que el western había llegado al cuadernillo español, pero tan sólo Hispano Americana había utilizado el término Jinete en una cabecera: El Jinete Enmascarado (1943), personaje de procedencia americana conocido universalmente como Lone Ranger o El Llanero Solitario. Así pues, salvo un intento baldío de Bergis Mundial (sólo un ejemplar) titulado El Jinete Desconocido, El Jinete del Diablo de Lerso constituyo la primera incursión de autoría autóctona y de cierto recorrido bajo ese enunciado.
La colección inició su andadura arropada por dos jóvenes autores valencianos que iniciaban su aproximación al medio por esos años. De un lado, en lo gráfico, Alberto Peris (A. Peris), quien ya venía colaborando con la editorial desde el año anterior con la serie Cantinflas y Cateto (1945) y que más tarde destacaría por su trabajo en el ámbito del cartelismo cinematográfico. De otro, José Luis Sellés, guionista de otras cabeceras coetáneas en la propia Lerso, y que a la postre no tuvo demasiado recorrido en el medio. Su colaboración más significativa tuvo lugar en la cabecera Gary Cooper (Jovi, 1950)  
La plasmación gráfica del personaje de A. Peris era la de un cowboy auténtico, si nos olvidamos del antifaz. Un pistolero en toda regla, con dos pistolas –una por cinturón--, sombrero a lo Ken Maynard, pañuelo a lo Jonh Wayne y, sobre el pecho, una cabeza escarlata de Satanás con cornamenta.
El protagonista no difería mucho de otros héroes del tebeo, como pueden apreciar en el siguiente texto introductorio: “El Jinete del Diablo es un misterioso personaje, defensor de la justicia. Surge su presencia inesperadamente cuando su intervención es precisa para castigar a un bandido o auxiliar a un necesitado”. Nada nuevo bajo el sol, o bajo el quiosco, como pueden observar. Sin embargo, los censores de la época no debieron pensar lo mismo. ¿Jinete del Diablo?..., ¡Por Dios!..., ¡Hasta aquí podíamos llegar! Un héroe haciendo apología del mismísimo Diablo. Y encima luciendo sobre su pecho la simbología del anticristo. Luego llegarían al tebeo otros diablos, pero sin la connotación e iconografía satánica de este. Así, pudimos ver colecciones como El Diablo de los Mares (Toray, 1947) El Diablo Negro (Hércules, 1948) y El Diablo Verde (Iberoamericanas, 1948), sin que aparentemente hurgasen en las conciencias de los censores.
Con esa confección nominativa y gráfica, El Jinete del Diablo pudo recorrer al menos ocho cuadernos. El supuesto núm. 9 (la serie no fue numerada) apareció ya con otro nombre –qué remedio--: El Jinete Salvador, que sonaba más moralista y benefactor. También fue sustituida la cabeza de diablo que figuraba sobre el pecho del protagonista por la de un felino.
Pero esos no fueron los únicos cambios. Con anterioridad, en el cuaderno núm. 4 se producirían varias permutas que se mantendrían en adelante: cambio de formato (de 17 x 24 a 16 x 22 cm.); de paginación (de 16 páginas interiores a 8) y de precio (de 1 pta. a 0,60 cts.). Un vuelco revolucionario buscando mayor penetración de mercado, mejores ventas. Una entrega más adelante, en el cuaderno núm. 5, Lerso incorporó en el dorso un ingrediente más con una aventura protagonizada por dos buscadores de oro en África titulada Smuden y Basseht, –firmada bajo el seudónimo de Jim Logan-- que se mantendría hasta el final de la colección.
También en el cuaderno núm. 5 la fiebre de los cambios alcanzó a Alberto Peris, el dibujante, aunque en este caso el sustituto, un jovencísimo Rafael M. Catalá, alias Karpa –el de Jaimito-- no representó una evolución sino todo lo contrario, perdiendo la colección la poca frescura y dinamismo que tenía. 
Mantuvo un recorrido de al menos 14 ejemplares. Podemos dar fe.  


 Portada e interior del cuaderno núm. 3
Dibujos de Alberto Peris