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viernes, 28 de diciembre de 2012

SATÁN (Éxito, 1947)




Editorial: Éxito
Año: 1947
Ejemplares:  2
Dibujos:  Julio Ribera
Guión:  Feralgo
Tamaño:  15 x 21 cm.
Páginas:  8 + 2 + cubiertas
Precio:  60 cts.

Cuaderno núm. 2

Cabecera perteneciente a Ediciones Éxito, sello impulsado por el dibujante Pedro Alférez en 1946 que no hizo mucho honor a su nombre, pues apenas pudo mantener el tipo un solo año. De las cinco las series abordadas por esta editorial, Satán fue la única en la que no intervino la mano de Alférez, al menos en el apartado gráfico.
Satán fue abordada gráficamente por un jovencísimo Julio Ribera, en su primer asomo profesional al sector. Un proyecto enloquecido desde el mismo instante de su presentación, recurriendo la editorial a la falsa autoría. Así, guión y dibujo fueron atribuidos a Nik Moore y Kart Spencer, nombres de mayor exotismo que los de Feralgo (Fernando Alférez, hermano de Pedro y cofundador de la editorial) y Julio Ribera, que fueron los verdaderos autores.
Por ese tiempo la novela recurría con frecuencia al seudónimo para atribuir paternidades. La fonética inglesa vendía más que la nacional, de manera que fue una artimaña muy habitual durante varias décadas. No era lo mismo firmar Miguel Oliveros que Keith Luger; o Francisco González que Silver Kane. Pero no sucedió así con el tebeo, salvo escasísimos ejemplos como el de la presente colección. Y mucho menos que los apócrifos autores figuraran como presentadores de la cabecera, como pueden observar en la portada del cuaderno núm. 1 aquí reproducido. Incluso desde el dorso del primer cuaderno se insistía en ello: “Si eres aficionado al dibujo, sigue las aventuras de Satán. Además del enorme interés que han puesto en ellas NICK MOORE y KARL SPENCER, tendrás probabilidad de ver tus originales publicados” 
Lo curioso e inexplicable fue el cambio de autor gráfico que se produjo entre el primer y segundo cuaderno. Julio Ribera paso de ocultarse bajo el nombre de Karl Spencer al de Jules Mc Side, sin que nada justificara tal acción. Quizás no quedó contento con el primer seudónimo y decidió pasar al segundo, un poquito más sugerente.
El desvarío guionístico también fue más que evidente, condicionado quizás por el planteamiento promocional al que fue sometida la trama. “Satán; nadie lo conoce. Y tú, lector, ¿sabes quien puede ser Satán? De todos los personajes que intervienen en este cuaderno, uno de ellos es Satán. Si has averiguado ya, después de la lectura de este cuaderno, quien puede ser Satán de los personajes que intervienen, llena cuidadosamente el boletín que aparece en esta página y remítelo a nuestra redacción”.
En todo caso, no creo que fuesen muchos los lectores acertantes de los interrogantes de una trama que empezaba con la fuga de un preso haciéndose pasar por el cadáver de su compañero de celda. Que seguía con un malvado profesor tratando de apoderarse de una mansión propiedad de una señorita que al parecer encerraba un tesoro. Y que continuaba con la contratación de un jardinero por parte de esta ultima que resultará ser un repartidor de mamporros de lo más salvaje en defensa de los intereses de su patrona. No, no era fácil adivinar cuestiones como las planteadas en el cupón respuesta: ¿Quién es Satán? ¿Causas por las que crees que es Satán?... y alguna otra aún más compleja para lectores de corta edad.
Los dos cuadernos constituyen hoy una muestra de gran valor documental, un referente imprescindible para la catalogación de obra de uno de los grandes creadores del tebeo español y la bande dessinée francesa, país este último al Julio Ribera entregó sus mejores años. 
Además de las ocho páginas de cada cuaderno, Ribera también fue el responsable –aquí si firmó con su nombre real-- de los interiores de portada y contraportada, con varias tiras en clave humorista (primer ejemplar) y una aventura bélica inspirada en el ataque nipón a Pearl Harbor (segundo ejemplar)  
Fueron anunciados dos cuadernos más, titulados Con Satán no se juega y Satán en Chicago, pero no hay constancia de que vieran la luz. 

Cuaderno núm. 1


 Página interior cuaderno núm. 1



sábado, 22 de diciembre de 2012

EL VALLE DE LA MUERTE (? c. 1944)



Editorial: Cliper?
Año: 1944?
Ejemplares:  2?
Dibujos:  Torrent
Guión: 
Tamaño:  24 x 34 cm.
Páginas:  8
Precio:  50 cts.


Los años de posguerra generaron tal oscurantismo social que al país quedó inmerso en la penumbra, en la duda permanente, en el miedo a la represión de las fuerzas tenebrosas del poder. En las primeras entradas del blog hemos comentado los serios aprietos que tuvo que soportar el sector: censuras, racionamientos de papel, permisos editores, etc. Una situación que obligó a ciertas iniciativas apócrifas dentro del mundo editorial.
El cuaderno que presentamos aquí, bien pudo ser una de esas publicaciones que se vieron obligadas a saltarse las reglas establecidas ante tanta burocracia y normativa como imponía el nuevo régimen. O quizás no. Pero sorprende cuanto menos la ausencia total de pistas sobre el sello editor o pie de imprenta. Tan sólo una firma, la que señala al autor gráfico: Torrent. Algo es algo, dirán algunos. Pero insuficiente para salir de dudas. 
Si se trató un publicación clandestina, que alguna hubo en esos primeros años cuarenta, mucho arrojo había que tener para firmarla, como hizo Torrent, salvo que el incauto dibujante se fuese a casa tan campante una vez entregados los dibujos sin sospechar la posible osadía de la editorial.  
La otra cuestión es la de establecer su fecha de publicación, que no es fácil. Los 50 cts. del precio podría ser una pista, pero el hecho de carecer de portada a color complica la cosa. También hay que tener en cuanta su generoso formato, 24 x 34 cm., nada menos, así como el número de páginas (ocho). De otro lado está Torrent, autor que desarrolló su obra en la primera mitad de los años cuarenta. Ya saben, Don Quijote de la Mancha (H. Americana, 1942), Federico (H. Americana, 1943), Antoñete el Decidido (H. Americana, 1944)… También participó en series como Cuadernos Selectos, Aventuras Célebres y Películas Famosas, todas bajo el sello de Cliper en 1942.
El Valle de la Muerte fue definida como “Aventura completa en 131 dibujos”, una promesa didáctica que pone de manifiesto su carácter primitivo. Ni Cuaderno, ni Colección, ni tampoco nombre de protagonista… 131 dibujos fue la promesa, como si con ello los editores quisieran dejar claro que se trataba de un tebeo. Torrent se mostró aquí con su característico trazo, con un dibujo firme y aseado; un estilo personalista entre ingenuo e inquietante.
El guión no se apartó mucho de lo habitual en la época. Un muchacho que huye de un padrastro explotador y borracho y que al final de muchos avatares se ve recompensado por fortuna. En la viñeta final concluye diciendo: Yo soy joven y ya que tengo dinero voy a correr aventuras, dedicando parte de mi fortuna a socorrer a los desvalidos. Un final con apariencia de estar ante una colección con voluntad continuista, pero… 
Nota: En fecha reciente el coleccionista y estudioso Dionisio Platel, atribuye el presente cuaderno al sello Cliper --incluso menciona el título de un segundo ejemplar (El valle de los leones)--, con lo que todo lo expresado anteriormente queda en entredicho.  

Portada

viernes, 14 de diciembre de 2012

GRANDES AVENTURAS (Hesperia, 1944?)






Editorial: Hesperia
Año: 1944?
Ejemplares:  2?
Dibujos:  J. Pous
Guión: 
Tamaño:  24 x 17 cm.
Páginas:  16 + cubiertas 
Precio:  1 pta.


Cuaderno núm. 2

El modo de hacer de Hispano Americana se extendió a la mayor parte de las editoriales aparecidas en los años cuarenta. Un mimetismo que traspasó incluso el ámbito de los personajes o géneros. Así, la promesa “Grandes Aventuras” con la que H.A. englobó sus primeras series fue pirateada una y otra vez, como si se tratase de un marchamo inherente a cualquier tebeo que quisiera presumir de buenas dosis de aventura. 
La presente colección de Ediciones Hesperia fue un ejemplo de ello. Y a decir verdad no había mejor calificativo o promesa para hacer justicia a unas portadas que mostraban tal catálogo de ingredientes: selvas en llamas, ansiados tesoros, serpientes marinas, animales deformes, piratas incendiarios, etc.
Un guión trepidante y truculento, desarrollado en dos entregas, cuya introducción rezaba así. En los Mares del Sur el Capitán del “Veloz” manda anclar frente a una isla, al parecer desconocida, en donde se supone existe un gran tesoro del cual solamente el Capitán Santos y sus marinos tienen noticia. Deseosos de aprovecharse de dicho tesoro, se preparan a una aventura erizada de peligros y dificultades. La promesa de la introducción no iba a defraudar al lector.
Hesperia fue un sello aparecido hacia 1940 con orientación básicamente librera. En 1944 amplió su oferta y entró en la parcela del tebeo de aventuras, animada quizás por uno de los libros que acababa de publicar dedicado a David Livingtone en sus exploraciones Africanas.
La colección fue promocionada mediante un concurso titulado Don Alegrías, encabezado por un personaje risible --dibujado por un joven Ripoll--, que invitaba desde un cupón insertado en el tebeo a adivinar su edad. Hesperia también recurrió a la radio (Radio Badalona) en su estrategia comercial, con un programa semanal de una hora de alegría con chistes a granel y desde el que se promocionaban los productos de la editorial. 
Lo cierto es que este affaire con la viñeta que representó Grandes Aventuras duró bien poco; tan sólo los dos ejemplares de la presente colección. La editorial anunció un tercer número (El Misterio de los Atlantes) que al parecer nunca llegó al lector.
Portadas e interior fueron obra de J. Pous, dibujante bisoño, algo barroco y desconocido en adelante en la parcela del tebeo.  

Cuaderno núm. 1



Página interior del cuaderno núm. 1





sábado, 8 de diciembre de 2012

GENOVEVA DE BRABANTE (Marco, c. 1945)





Editorial: Marco
Año: 1947
Ejemplares:  1?
Dibujos:  Boix
Guión:  Basado en leyenda
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  16 + cubiertas 
Precio:  1,50 pts.





Durante muchos años Emilio Boix fue el gran bastión de Marco, el autor todoterreno donde se sustentaron gran parte de los éxitos de esta histórica editorial. Todo lo hacia bien: humor, hadas, aventura… Fue el comodín de la casa, un autor polivalente como pocos en la historia del tebeo autóctono.
Y Marco era una editorial que parecía estar hecha a su medida. O quizás fue al revés. No es fácil delimitar quién formó a quién. El caso es que constituyeron una pareja perfecta hasta bien entrados los años cincuenta. Una unión como ninguna otra, salvo la que, forzosamente, estableció Gago con Valenciana.
Genoveva de Brabante fue una de esas colaboraciones atípicas, pues no se enmarcaba dentro del espacio habitual de autor, que era el humor, como todos saben (para quien no lo sepa, ahí van tres referencias: Hipo, Monito y Fifi; Cartapacio y Seguidilla y Pirulo y Tontolote). Tampoco era un cuento de hadas o una narración romántica. Ni siquiera una aventura como las que Boix había aportado a principios de los años cuarenta en el despertar de Marco al cuadernillo. Cierta truculencia sí poseía, como pueden observar en la portada. Pero poco tuvo que ver con una colección típicamente aventurera, como había sido por ejemplo El Capitán Enigma uno o dos años antes. Aunque bien mirado, el enmascarado espada en mano de la portada tampoco difería mucho de la iconografía portadista de la esta última colección.
Genoveva de Brabante estuvo basada en la célebre leyenda medieval. Quizás Marco pretendía con ello inaugurar una nueva serie situada en la fábula universal, en asuntos de historia y leyenda. O quizás fue sólo un monográfico, sin mayor objetivo continuista.
La falta de una cabecera fija, de un nombre genérico, invita a pensar más en lo segundo. Tal vez la editorial trataba de aprovechar el reciente estreno en nuestro país de la película del mismo título: una producción italiana de 1947, dirigida por Primo Zeglio, que narraba las desventuras de Genoveva, esposa del Conde Sigfrido, acusada de adulterio y obligada a vivir en una cueva con su hijo recién nacido.
El tebeo contaba la historia con máximo realismo y detalle, en un ejercicio gráfico de Boix de gran esmero. Pero lo del adulterio se quedó en una deslealtad marital a secas; las cosas en el tebeo no estaban para muchos amancebamientos.  


Cuaderno núm. 1


Página interior

domingo, 2 de diciembre de 2012

FREDY (Ibero Americanas, 1948)

Editorial: Ibero Americanas
Año: 1948
Ejemplares:  2
Dibujos:  F. White (Federico Blanco)
Guión: 
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1,25 pts.




Fredy formó parte del catálogo de colecciones de la editorial Ibero Americanas abortadas prematuramente, que fueron la mayoría para desencanto de una editorial que mereció mejor suerte. En este caso la cabecera sólo pudo avanzar hasta la segunda entrega, a pesar del “Gran éxito” anunciado por la editora en el dorso de su segundo cuaderno.

Claro que también presentó a Fredy como “Un pequeño Bufalo Bill”. Y quizás tenía razón en cuanto a lo de pequeño. Pero lo de equipararlo con William Frederick Cody, como que no era muy creíble, como pueden observar en la portada abajo reproducida. La estampa de Fredy se podía catalogar de casi todo, grumete, leñador, campesino, incluso calzonazos –en el sentido visual--, al menos por la estampa mostrada en las dos portadas de la colección. En todo caso Fredy no ofrecía un aspecto muy aspiracional que digamos, más bien todo lo contrario. Quizás por eso, editorial y autor, suponemos, decidieron dar un giro a la imagen del jovenzuelo en el segundo cuaderno. De una viñeta a otra Fredy perdió sus ridículos bombachos, y empezó a mostrar  una vestimenta más acorde con el valeroso joven que parecía ser.
Este comentario no implica crítica alguna hacia su responsable gráfico, al menos en cuanto al valor cualitativo del mismo. F. B. White (Federico Blanco) se mostró aquí como un excelente dibujante, con una realización delicada, limpia, garbosa y rítmica. Quizás algo mermada en cuanto a fuerza visual, debido al tratamiento excesivamente  generalista de los planos. Pero preciosista, sin duda. Lástima de las portadas, que no estuvieron a la altura. 
Federico Blanco firmó sus colaboraciones bajo distintos seudónimos, Blanco, Rebeca, F. B. White, etc. Sus primeros cuadernos pudieron verse en series como Diamante Negro, Selección Aventurera e Infantil de las Grandes Aventuras. Por ese tiempo también se hizo cargo, esta vez en solitario, de la colección de Editorial Losada, Thomas King (1945). Luego vendría la presente colaboración con Ibero Americanas y muy poquito más.  Pero sin duda fue un esmerado y primoroso autor. 

Cuaderno núm. 2


 Página interior cuaderno núm. 2



miércoles, 28 de noviembre de 2012

FRANK ROSS (Fantasio, 1947)





Editorial: Fantasio
Año: 1947
Ejemplares:  4
Dibujos:  A. Parras
Guión:  A. Parras
Tamaño:  24 x 16,5 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1 pta.






Ediciones Fantasio fue una pequeña editorial que apenas había tenido tiempo de aclimatarse al sector cuando se vio obligada a echar el telón: tan sólo dos años de vida en un segmento en el que para competir, además de poner los medios adecuados, había que tener suerte. Y Fantasio no la tuvo. Entre otras cosas porque su política de ediciones –si se puede llamar a así a las iniciativas editoriales de aquellos años--, no entroncó con lo que el lector demandaba. La competencia era dura; ahí estaban los héroes del comic USA de Hispano Americana; o los Robertos y Guerreros de Valenciana, por citar a las dos editoriales de mayor éxito en esa década de los años cuarenta.
Pero Fantasio tuvo el mérito de intentarlo, de buscar un hueco en el mercado sin mayor experiencia y sin mayor criterio selectivo que el que ofrecía la incipiente industria del tebeo, que era mas bien poco. De ahí que en su caterva de dibujantes y guionistas predominara la pubertad. Quizás su mayor logro sea el de haber dado la alternativa a un futuro genio de la viñeta, nuestro admirado y, para quien esto escribe, padre y madre de El Capitán Trueno. No, no me refiero a Victor Mora, que no digo yo que no tenga su mérito, sino al incomparable Miguel Ambrosio Zaragoza (Ambrós, para los amigos) y de quien me sentiré siempre en deuda.
Frank Ross fue una de las diez o doce cabeceras que la editorial alcanzó a publicar. Una serie en la que debutaba un jovencísimo Antonio Parras (18 años), quien aquí manifestaba sus primeros ardores por el género presagiando un brillante futuro. Con un dibujo influenciado por Alex Raymond en el que la figura humana sobresalía del resto de elementos. Estos mostraban unas hechuras esquematizadas, de puro acompañamiento, dispuestos de tal modo que propiciaran el enaltecimiento de las figuras en cada viñeta. Deliciosa la portada del cuaderno núm. 2 aquí reproducida, en la que destaca un exquisito encuadre, así como el tratamiento en sombras del rostro del personaje.
Ross es un Agente Secreto americano inmerso en la tarea de investigar el paradero de unas fórmulas desaparecidas. En su búsqueda conoce a una joven de la que se enamora, sin sospechar que es la sobrina del ladrón al que busca. O sea, nada que el lector de entonces no hubiera visto en otras cabeceras. Puro tebeo autóctono a 1 Pta. la dosis, que aquí no pasaron de cuatro.  
Cuaderno núm. 2

 Página interior del cuaderno núm. 2

jueves, 22 de noviembre de 2012

FLECHA NEGRA (Toray, 1949)






Editorial: Toray
Año: 1949
Ejemplares:  23
Dibujos:  Boixcar
Guión:  Boixcar
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  14 + cubiertas 
Precio:  1,50 pts.






La historia comienza como un clásico cuento de hadas. Dos castillos, dos linajes, un Conde y un Barón como monarcas de cada uno de ellos.
El Conde Gilberto de Courtney, viudo por más señas, vivía feliz en su castillo de Hamshireblood, junto a su hermosa hija Annelora. Del otro lado un Barón, amo y señor del Castillo de Firestop y padre del joven y aguerrido Sergio. Conde y Barón arden en deseos de unir en matrimonio a sus respectivos hijos. La pareja posee también el mismo anhelo. Pero el cuento de hadas se acaba cuando Ricardo Corazón de León llama a filas a ambos nobles para que engrosen su tercera cruzada. La ausencia de ambos soberanos generará altas traiciones, cautiverios y crímenes que afectarán de forma directa a los jóvenes casamenteros. Parientes despechados y hombres de confianza encabezan una rebelión que obliga a Sergio y Annerola a huir para salvar sus vidas. Una vez ambos jóvenes fuera del castillo, Sergio clava sobre la puerta de entrada una misteriosa flecha negra. Una sombra de venganza se extenderá sobre los traidores.
Cuaderno núm. 18

Tercera de las colaboraciones de Boixcar con Ediciones Toray, tras las excelentes La Vuelta al Mundo de dos Muchachos y Hazañas Bélicas 1ª serie, ambas de 1948. El autor, que había iniciado su andadura unos años atrás en Marco, era ya un maestro de la narrativa gráfica, una de las grandes firmas del tebeo autóctono. Con un trazo limpio, dinámico, elegante, armonioso…, Boixcar era toda una garantía de buen hacer, como quedaría demostrado en este relato, cuyo guión recordaba, aunque de forma lejana, a la genial novela de Stevenson La Flecha Negra.
Flecha Negra constituyó la mayor evolución formal de Boixcar hacia la estilización de los personajes; como si con ello estuviera homenajeando al maestro Emilio Freixas y al no menos experto Manuel Gago. Personajes de gran envergadura corporal, con largas extremidades y cabezas menguadas respecto al resto del cuerpo. 
La colección tuvo un recorrido de 23 ejemplares, en línea con la mayor parte de las cabeceras de la editorial en esos años, aunque el autor retomaría de inmediato el relato de acción, espada en mano, con El Hijo del Diablo de los Mares, otra de sus obras maestras.  
Flecha Negra contó con una segunda edición un año después, pero esta vez en tomos recopilatorios. Ocho álbumes en total.  
Cuaderno núm. 1


Página interior cuaderno núm. 18






viernes, 16 de noviembre de 2012

EL FANTASMA (Ibero Americanas, 1947)


Editorial: Ibero Americanas
Año: 1947
Ejemplares:  2
Dibujos:  A. Biosca y Ballarry
Guión: 
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1 pta.


En 1947, año de la presente colección, los enmascarados del tebeo español eran ya una indigestión. No había editorial que se preciase que no tuviera o hubiese tenido en su catálogo a uno o varios héroes de rostro oculto. Publicaciones Ibero Americanas, una recién llegada al espacio del tebeo, no iba a ser menos y de inmediato puso en liza este clon de la afamada serie de Bruguera El Hombre de la Estrella; colección ésta que al parecer se había adelantado en los quioscos unos cuantos meses.
Las dos cabeceras contaron con un mismo precio de portada, pero la dibujada por Borné albergaba dieciséis páginas interiores, frente a las diez de la presente colección --diferencia quizás reveladora de la primacía en el tiempo de la colección de Bruguera--. Asimismo, un año atrás, El Fantasma había tenido un precedente con idéntico nombre --también en el sello Bruguera-- dentro de la colección Viajes y Aventuras.
Observando las dos colecciones, quedan pocas dudas de la influencia ejercida por la colección de Bruguera sobre la de Ibero Americanas. Un calco en toda regla, al menos en cuanto a proyección física del personaje se refiere.
En la parcela gráfica, El Fantasma tuvo doble autoría. El estreno fue para el jovencísimo A. Biosca, que daba aquí sus primeros pasos en el sector y que poco podía imaginar que poco tiempo más tarde tendría el honor de relevar al gran Ambrós en algunas series de Chispita
A pesar de sus carencias, Biosca fue una de las firmas habituales de Ibero Americanas en el tiempo en que este sello se dedicó al tebeo, que apenas llegó a dos años. La segunda entrega correspondió a Ballarry, un autor de esos que llegaron tal como desaparecieron: en un plis-plas. 



Cuaderno núm. 1




 Página interior del cuaderno núm. 1

domingo, 11 de noviembre de 2012

LOS EXPLORADORES DEL UNIVERSO (Valenciana, 1951)


Editorial: Valenciana
Año: 1951
Ejemplares:  18
Dibujos:  Miguel Quesada
Guión:  Pedro Quesada
Tamaño:  17 x 24 cm.
Páginas:  10 + cubiertas 
Precio:  1,25 pts.







Según refiere Pedro Porcel en alguno de sus documentados escritos, el primer ejemplar de la presente colección fue presentado por Miguel Quesada a Valenciana en 1948. Al parecer la editorial dio el visto bueno al serial pero guardó los originales en un cajón --entre los que quizás también figuraban los del segundo cuaderno-- hasta encontrarle acomodo en su planning editor. Cosa que sucedería tres años más tarde, en 1951. Lo cierto es que observando hoy la colección, las diferencias entre este primer cuaderno y la mayor parte del resto de la serie son más que evidentes. 

Miguel Quesada fue uno de los autores que menos tiempo necesitó en su mutación de aspirante a maestro de la viñeta una vez alcanzada la mayoría de edad. Hay que recordar que sólo había cumplido trece años cuando tomó las riendas de su primer trabajo, La Pandilla de los siete. En la presente cabecera eran quince o dieciocho años los que tenía, según se mire. De ahí que sea fácil distinguir ella la estela de su cuñado Manuel Gago y, quizás, cierta influencia del maestro Raymond. 
La Ciencia Ficción venía siendo asunto recurrente en el tebeo autóctono desde la siembra que había llevado a cabo Flash Gordon. Aunque, eso sí, con mucha mas ficción que ciencia, ya que la mayor parte de los guiones de temas espaciales apenas diferían de los asuntos mundanos del resto de tebeos. Mucho profesor sabio, mucho cohete, mucho marciano y mucho monstruo, pero de ciencia poca. Algo lógico, por otra parte, pues aún no eran demasiadas las fuentes en las que beber, salvo las que ofrecía la gran pantalla.   

Cuaderno núm. 14


La colección representa la cuarta incursión de Valenciana en la Ciencia Ficción, después de Barton, el Gladiador del Espacio, El Vengador del Mundo y Barney Baxter, esta última de autoría foránea. La trama se inicia con los preparativos de un viaje espacial programado por el Coronel Daniel Borwn y el Teniente Alan Baur. El viaje, cuyo destino es un asteroide llamado Flora que se encuentra supuestamente habitado, tiene como misión la localización del doctor Lew Colman y su hija Laura. Padre e hija habían partido un año atrás con el mismo destino, sin que hasta la fecha se tengan noticias de ellos. Una banda de sicarios tratará de torpedear el viaje, poniendo en riesgo la vida de los dos futuros exploradores del espacio.
La imaginación del mayor de los Quesada, Pedro, era desbordante desde la primera entrega. Una nave que aterriza en un lago de goma líquida habitado por vampiros gigantes y serpientes antidiluvianas de aliento venenoso; cañones de rayos de luz opaca y cegadora; hombres alados con cuerpo de goma invulnerable; una ciudad futurista a lo Metrópolis. Y mucho, mucho más.
La colección alcanzó dieciocho cuadernos, en los que Quesada pasó como un rayo de aprendiz a maestro.    

Cuaderno núm. 2 


Página interior del cuaderno núm. 14